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Esa misma mañana Ann llegó al colegio, pero en vez de dirigirse a clase directamente fue primero al baño.

Ahí se posicionó frente al espejo, se subió el top y sacó una foto de sus pechos. La envió a Bob.

Se le había olvidado censurar su cara con un emoticono, pero ya era tarde para borrar el mensaje.

"Solo espero que no pase nada malo"-Pensó.

Entró a clase con la suerte de que hoy la profesora llegaba tarde.

Su móvil vibró. Lo sacó con disimulo.

Tenía un mensaje.

"Mira como me tienes. Quiero más"

Dijo acompañado de una foto temporal que Ann supuso que era de su pene erecto.

Miró a ambos lados, nadie miraba. Así que puso el teléfono bajo el pupitre, se echó a un lado la ropa interior y le mandó una foto de su vulva.

A los segundos le llegó otro mensaje.

"Uff, cómo me he corrido. Te quiero ver."

Luego otro que ponía: "Ahora" todo escrito en mayúsculas.

Le contestó:

"Ahora mismo no puedo, estoy en clase"

Llegó otro enseguida.

"Ahora o le pasaré tus fotos a toda tu escuela"

Tecleó rápido:

"No te atrevas, mi padre es policía"

"Antes de que llegue a mi casa todo el pueblo habrá visto tu sucio coño."

"Hijo de puta"

"Último aviso o vienes ahora mismo y como compensación por insultarme me das cinco mil dólares o se la envío hasta al putísimo presidente. Te espero en el parque del puerto."

No dudó, no quería que nadie le viera desnuda.

"Ahí voy."

Se levantó del pupitre.

-Si alguien pregunta me encuentro mal.-Susurró a su amiga.

-¿Estás bien?- Se preocupó.

-Sí. No es nada.-Dijo conteniendo las lágrimas de frustración.

Tomó el autobús mordiéndose las uñas y llegó a su casa, ahí tomó una bolsa de cartón donde metió una antigua arma de su padre.

Luego se dirigió al puerto.

Se bajó del autobús y caminó hasta el parque.

El parque estaba desierto, nadie en sus cabales estaría ahí, pues era un conocido punto de encuentro de drogadictos y demás delincuentes.

Sintió un escalofrío.

Entonces vio a Bob, los filtros de las fotos le hacía un gran favor y era más alto en persona. Intentó que su aspecto no le intimidaba.

Le saludó.

-¿Tienes el dinero, zorrita?

Señaló la bolsa.

-Muy bien déjala allí.-Le indicó un rincón en el suelo del parque.

La dejó con cuidado de no delatar que ahí tenía el arma. También llevaba una navaja bajo la ropa.

-Muy bien, ahora dame la espalda y bájate las bragas.

Ann sacó la navaja.

-No podrás hacerme nada, somos intocable.

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