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Ann soltó un gemido de dolor.

-Tranquila.-Dijo John mientras le aplicaba desinfectante en las heridas a su hija y Yamamoto le sujetaba el top sin mirar.-Te saldrá un moretón, pero aparte de eso podría haber sido peor. Al menos físicamente.

No quería pensar en lo que suponía una experiencia así a nivel psicológico.

Yamamoto miró a Flora.

-La pobre chiquilla no tiene ni un rasguño, ni siquiera tiene restos de sangre bajo las uñas. Está claro que no lo ha pasado bien, pero algo no cuadra.-Dijo.

-Pienso lo mismo, pero solo es una niñita esquelética que ha sufrido una agresión por defender a una amiga.- Si no fuera porque tendrían que mantener eso en secreto John se encargaría personalmente de que le dieran una medalla a la participación ciudadana.-Joder ni siquiera parece de la edad de Ann, es como que le falta algo.-En eso tenía razón.

-Todo el mundo pierde ese algo después de un trauma, quizás sea una parte del alma, solo sé que es un vacío imposible de llenar.-Dijo filosófico. -Flora, ¿No?, ¿Estás bien?-Preguntó Satoshi.

Esta asintió.

-Ya estás bien.-Le dijo John a Ann dándole una palmadita en la espalda.

Esta se levantó, caminó con dificultad y se acurrucó junto a Flora bajo una manta.

Era una noche fría y traumática, a parte llevaba sólo ropa interior de cintura para abajo, así que abrazó a Flora esperando que la confortara. Esta le correspondió y dejó que apoyara su cabeza en su hombro.

-Qué buenas amigas, ¿Eh?-Comentó su padre.

-Exacto.-Contestó su compañero. Después de todo lo que ha pasado se tienen la una a la otra, quizás esa hubiera sido la salvación de Aiko. Si tan solo la hubiéramos cuidado mejor, si yo hubiera sido mejor padre...-Se permitió llorar por primera vez en meses.

John le dio unas palmadas en la espalda.

-No fue culpa tuya.

Ann se durmió sobre Flora.

Y esta disparó para pasar la noche en vela, cuidándola.

A la mañana siguiente Ann despertó.

Flora le dio los buenos días.

-No creo que sea un buen día.-Dijo pesimista.

Flora fingió una sonrisa para ver si le levantaba los ánimos.

Hubo un silencio incómodo durante unos minutos hasta que Ann carraspeó.

-Esto...

-¿Sí?-Se interesó nerviosa.

-¿Lo de ayer que fue?

Flora no supo responder, no sabía a qué se refería y no quería decir nada incorrecto.

Sondeó su mente.

Se refería al beso.

-Lo siento, eso fue un error. Solo fue la emoción del momento.

-Pero...

-Me tengo que duchar, huelo a sangre.-Dijo y se marchó.

Entró a la ducha.

Se desvistió y abrió el grifo de la ducha.

Cuando el agua estaba suficientemente cálida apretó el botón para que saliera por la boca de la manguera.

Se colocó bajo el chorro y dejó que el agua se llevara la sangre y sus pecados.

Empezó a llorar.

No quería perder a Ann. Aunque todavía no sabía porqué, no sabía si era merecedora de sentir amor pues se había convertido en un monstruo desde aquel horrible día en que juró venganza.

Pero aunque no quería admitirlo estaba enamorada de Ann.

Una vez su cuerpo estuvo húmedo rebuscó entre los jabones a ver cual olía mejor. Encontró el que usaba Ann y se decidió por ese.

Olía frutos silvestres.

Sus pezones se erizaron al recordar a Ann.

Quería hundir su boca en su cuello.

Se puso jabón en una mano y empezó a enjabonarse.

Se sentía culpable por estar excitada, después de la casi violación de Ann y de su propio trauma.

Juró nunca estar excitada desde aquel diabólico día, es más hasta que no conoció a Ann nunca había sentido ese ardor en sus partes.

Se empezó a enjabonar la entrepierna.

-Ann.-Gimió al rozar su clítoris.

No podía más, estaba demasiado excitada, así que disparó para librarse del calentón.

Prometió nunca enfrascarse en una actividad sexual.

Salió de la ducha y volvió a acurrucarse junto a Ann.

Las dos permanecieron en silencio, evaluando sus respectivos sentimientos.

DisparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora