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Ann Mcdick acostó a su hermana, Claire, en su cama; la tapó y apagó la luz.

Cuando se iba a marchar oyó la voz de la pequeña.

-¿Me puedes leer un cuento?

-Claro.-Suspiró resignada.

Encendió la luz y cogió un libro de cuentos.

-Erase una vez una niña que vivía con su madre y su abuela estaba enferma...-Resopló.-Este cuento es muy aburrido, ¿Quieres que te lea uno más divertido?

-Sí.-Dijo mientras daba palmas.

-Muy bien.-Se retiró un momento a su habitación y ojeó su colección de libros favoritos, la mayoría de terror, y eligió el que menos terror pudiera provocarle a su hermana.

Dos minutos después volvió con "El Resplandor" de "Stephen King".

-¿Eres una niña valiente?

-Sí soy.

-¿Y no le contarás nada a Papá?

-No.

-¿Promesa de meñique?

-Promesa de meñique.

Cruzaron sus meñiques.

-Muy bien, espero que seas una niña muy valiente, por que esta historia va sobre un niño valiente y un poco también sobre que la vida no es justa; Y recuerda solo los niños valientes sobreviven, el monstruo se hace más fuerte con el miedo de los niños, ahí fuera hay niños que luchan cada día contra un monstruo, ya sea externo o que esté invisible, creciendo y devorándoles poco a poco, dentro de ellos. Y solo hay una forma de vencerlos, enfrentándolos con valentía: ¿Recuerdas esa película que no te dejaba dormir? Al final Tommy le parte la cabeza al monstruo con su propio machete, eso es la valentía, no es no tener miedo sino saber afrontarlo.

Una vez le leyó la mitad del libro se levantó de la silla en la que estaba acostada muerta de sueño, colocó un marcapáginas y apagó la luz.

-Buenas noches.-Dijo Ann.

-Buenas noches.-Respondió Claire.

Se dirigió a su habitación y se estrelló sobre la cama.

Sacó de su escondite secreto un libro.

Su portada era bastante adorable para lo picante que era el libro, en ella había un jugador de hockey y una patinadora artística en la misma pista.

El libro en cuestión era "Romper El Hielo" de "Hannah Grace". Se lo habían regalado para su cumpleaños.

Estaba por la segunda mitad del libro y no podía estar más salseante y sobre todo, como le gustaba a ella, picante.

Empezó a leer.

Lo mejor del libro era que la protagonista se llamaba igual que ella solo que en versión rusa, así que se sentía como si ella fuera la protagonista.

Llegó a un capítulo caliente. sin darse cuenta se llevó una mano al pecho derecho.

Siguió leyendo mientras se apretaba el pecho a ritmo lento.

Su mano se deslizó bajo su pijama.

Mientras que con una mano sujetaba su lectura con la otra se rozaba lentamente las aureolas de sus pezones demandantes de atención.

La protagonista del libro pedía más.

Ella se pinzó sus sensibles pezones y notó como su entrepierna estaba cada vez más húmeda y hambrienta de placer.

Dejó caer el libro al suelo y llevó la mano, que anteriormente estaba ocupada, a su entrepierna; donde introdujo dos dedos mientras con el pulgar se acariciaba el clítoris.

El orgasmo se abría paso a través de su cuerpo cuando la puerta se abrió.

-Ann, Ya estoy aquí...

Ann se tapó rápidamente.

John se dio la vuelta.

-Me voy a duchar, mañana hablamos.

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