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John continuó de forma normal en su trabajo, tras una semana de covid, había puesto de excusa un nuevo contagia del COVID-19. La verdad es que era creíble porque tras unos dos años sin apenas casos, ese año dos mil treinta y siete había habido un repunte debido a las asociaciones antivacunas que culparon a las farmacéuticas y la izquierdas llamándolas "Woke" y "Manipuladoras" tras la muerte del expresidente Trump.

"Y una mierda"-pensó John: el viejo Donald llevaba años agonizando en cama durmiendo sobre sus propios excrementos y vómitos al igual que vivió sobre la sangre de los ciudadanos: ya fueran residentes Americanos(Debido a sus políticas) o extranjeros que buscaban una oportunidad. Por no hablar de todos los golpes de estados en Latinoamérica financiados por la Casa Blanca cuando en esos países ganaba democráticamente la izquierda.

Entró en la comisaría y estallaron los vítores por su peligrosa labor en aquella operación encubierto improvisada.

-Mcdick te llaman en la oficina del jefe estatal.-Dijo un compañero.

-Voy.-Dijo algo preocupado.

-Buena suerte.-Le dijo Sally al pasar por su lado y le lanzó un beso, que por supuesto no percibió.

-Este tío ve menos que un ciego-Comentó un compañero.

-O tan necio que no sé como aprobó el examen para entrar a trabajar aquí.-Añadió su compañero y amante en secreto.

El jefe Heavens le esperaba sentado en su silla de cuero tras su escritorio bajo el que apenas cabía su prominente panza.

-Siéntate.-Ordenó.

Así lo hizo intentando no temblar.

-Debo felicitarte por lo que hiciste. Al agente López ya lo he hecho, perdón Cabo López.

John se alegró.

-¿Ha venido hasta aquí solo para felicitarme?

-No, he venido a hablar de negocios. Verás me he presentado a ministro de este estado...

-Enhorabuena.-Interrumpió John.

-Así me gusta, no tienes miedo de interrumpir si me excedo de más con las palabras o si estas no te gustan. Por eso quiero que seas mi mano derecha.

-No se ofenda, pero no. ¿Yo político? Si quisiera ser un cerdo me revolcaría en el barro.

-Muy bien, tienes la oportunidad en la mesa, si cambias de opinión llámame.-Alargó la mano sosteniendo un trozo de papel.-Aquí tienes mi número personal.

Lo cogió, le agradeció y se marchó.

Se dirigió a su despacho.

Se recostó en la silla poniendo los pies sobre el escritorio.

"Hoy será un día rutinario"

Alguien llamó a la puerta.

-Adelante.

Sally entró un poco ruborizada. Nunca había estado a solas con Mcdick en su despacho y no quería que el resto de agentes se imaginara algo que no era, al menos hasta que lo fuera.

-Tenemos un borracho dando la lata en el bar de Jonny.

-Ya voy. Y yo que creía que sería un día tranquilo.

-Tú puedes.-Dudó.-¿Te gustaría ir después del trabajo a tomar unas cervezas?

John se quedó ínmovil y callado por unos momentos.

Finalmente, sin mirarla, habló.

-Claro, en la esquina. Te espero a la hora de salida, la sabes de sobra.

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