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James Munhariff tenía el corazón a toda velocidad.

Su hija gritó.
La pequeña Zoe gritó de emoción. Esa niña siempre fue más valiente que su padre.

El vagón de la montaña rusa empezó a subir otra vez y al ver la altura de la próxima caída se sintió a punto de desfallecer.

Su esposa, llamada Montse, rió y le sacó una foto a su cara de espanto.

Cuando por fin se bajó de la atracción vomitó en una papelera.

-Señor, no haga eso, los baños están ahí.-Le informó una trabajadora del parque.

"Cállate puta, yo hago lo que quiero"- Quería contestarle, pero solo se atrevió a asentir.

"Si esa zorra supiera quien soy..."

"Si supiera que probablemente ya me he pajeado viendo a su hija, si tiene alguna."

"Le entraría un ataque"-Rió.

La empleada se marchó mirándolo con asco.

"Zorra, te haría hetero a pollazos"

Zoe le tiró de la manga del abrigo al ver su cara de enfado.

-¿Qué pasa papi?

-Nada, cariño.-Le sonrió como decían que sonreían los tipos como él cuando ofrecían caramelos a los niños según los cuentos de viejas.

"Y una mierda, eso es falso, ahora hay mejores métodos."

-Papi, quiero ir a casa.

-Sí, es tarde. Papi te llevará a casa y te comprará un helado por el camino.-Le sonrió.

En apenas unos años alcanzaría la pubertad y entonces sería su turno, solo tenía que evitar las sospechas de su esposa, de momento el plan iba viento en popa.

Subieron al coche.

Condujeron y Zoe se durmió en el coche.

Miró por el retrovisor central.

"Cuando duerme así me gustaría..."-Empezó a pensar pero se detuvo al sentir el comienzo de una erección que le hubiera impedido concentrarse en la carretera.

Llegó a una estación de servicio y aparcó.

Compró un helado de nata a Zoe y pagó por cinco litros de gasolina.

Caminó hacia el surtidor y lo enchufó al coche.

Una niña se le acercó.

-Perdone, señor.

Estaba llorando.

"Que mona"-Pensó.

-¿Qué pasa, cariño?-Preguntó.

-Mi mamá, está malita.

Señaló el coche de al lado.

A la madre de la criatura le estaba dando un infarto.

Si hubiera estado solo en aquella gasolinera hubiera dejado a su suerte a la madre y secuestrado a la niña, pero lo acompañaban su mujer y su hija, así que debía mantener la coartada.

Corrió a socorrerla.

De algo le sirvió aquel curso de RCP que hizo en el instituto.

La mujer estaría bien, la había salvado.

Esta le agradeció.

"Puta vieja, mínimo podrías regalarme a tu hija"

Se largó cabreado.

Llegó a casa y acostó a su hija. Luego se dirigió a su esposa.

-Estaré en mi despacho.

Una vez arriba sacó una cerveza y un USB detrás de su foto familiar.

Se desabrochó los pantalones e insertó el USB y en su pantalla empezó a reproducirse su video pornográfico favorito, por supuesto era ilegal.

De pronto sintió una presencia detrás de él.

Se giró y el cuchillo cellenteó y un chorro de sangre salió de donde antes estaba su pene.

Gritó.

La chica que empuñaba el cuchillo le era familiar.

-¿Me recuerdas?-Sonrió.

-¿XVB2335?-Preguntó.

Le leyó la mente.

-Exacto.

Se excitó solo de recordarla, lo que hizo que le brotara más sangre de la entrepierna.

Entonces ocurrió algo que no estaba planeado.

La puerta se abrió y Montse lo vio todo.

Flora disparó para que no gritara.

-Ayuda.-Le suplicó el monstruo a su esposa, de la que estaba planeando deshacerse esa misma noche, si es que sobrevivía, para no dejar cabos sueltos.

Flora leyó la pregunta en su rostro.

"Qué cojones pasaba ahí"

Señaló la pantalla.

La mujer del monstruo se tapó la boca horrorizada, pero no pudo evitar vomitar.

Flora le compartió sus recuerdos y los de todas las niñas que habían sufrido los abusos de su marido y también le contó mentalmente los planes de aquel engendro asqueroso.

La mujer alargó la mano y Flora lo entendió.

Le entregó el cuchillo y se marchó.

Entonces el ser se manifestó frente a Montse para felicitarla.

Y esta en vez de espantarse. por su aspecto indefinible ,se sintió orgullosa de ser merecedora de tal cumplido de un ser tan poderoso.

DisparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora