Al sentir que él seguía hablando, Letizia se apartó ligeramente y cogió su rostro entre las manos para poder verlo. Lágrimas, brillando con el reflejo dorado de la luz de la lumbre, rodaban por sus mejillas.
—Cada vez que pienso en él haciéndote daño, medan ganas de vomitar. El solo hecho de pensar en él tocándote con sus asquerosas manos hace que quiera...
Letizia no le permitió terminar la frase. No pudo soportarlo. Sin medir las posibles consecuencias, le cubrió la boca con su boca y lo besó con una intensidad que la sorprendió casi tanto como a él. Todas las demás palabras que él quiso decirle se derramaron dentro de ella, con su aliento. Felipe tenía un sabor dulce y fresco. Sus labios eran como seda húmeda. Recordando cómo la besó el día aquel en la habitación de los niños, ella buscó el contacto de las lenguas. No necesitaba oír para saber que él había soltado un gemido. Áspero y entrecortado, salió de él con tal fuerza que sus vibraciones recorrieron todo su cuerpo. Subiendo una mano por la espalda de ella, le agarró el pelo. Con la fuerza de su mano, él le hizo echar la cabeza hacia atrás y volvió a poner su boca sobre la de ella.
Letizia supo que el control había pasado a manos de Felipe en el momento en que el beso se hizo más profundo. La repentina rigidez de su cuerpo la puso muy nerviosa. Bajo sus manos, ella sintió que se tensaba la carne que cubría los hombros de Felipe. Los músculos de sus brazos también se pusieron tensos, su cerco formaba una banda irrompible en torno a ella. Acero y fuego, deseo y apremio, posesión y determinación, todo esto se puso de manifiesto a través de los cambios que experimentaba el cuerpo masculino.
Apretó su boca contra la de ella, y de repente sus manos parecieron estar en todas partes. Las caricias eran febriles y atrevidas. No había nada delicado en ellas. Letizia tuvo la terrible sensación de que él había dejado de verla como una persona, de que, en un abrir y cerrar de ojos, ella se había convertido únicamente en un cuerpo. Un cuerpo que él quería poseer.
Aquél no era el Felipe que ella conocía. Un desconocido había ocupado su lugar.
Felipe estaba desabrochando el camisón de su esposa y estaba buscando a tientas en la parte de abajo, cuando finalmente entró en razón y se dio cuenta de lo que estaba haciendo y con quién. Con Letizia. Dejó de besarla. Con la cabeza febril de pasión y los pensamientos embrollados, parpadeó y miró a su alrededor. Poco a poco, volvió a la realidad. ¿En el suelo? ¡Por Dios! Cuando vio lo que había estado a punto de hacer, un escalofrío le recorrió el cuerpo, sacudiéndolo como si le hubieran echado un chorro de agua helada.
Respiraba entrecortadamente y trató con todas sus fuerzas de recobrar el dominio de sí mismo, tarea que en ese momento le parecía titánica. El deseo. Ardía en sus entrañas como un carbón caliente. En sus sienes, el pulso empezó a golpear como un martillo pilón Con cada latido, es decir cada martillazo, sentía un dolor detrás de los ojos parecido al de una puñalada. Parpadeó e intentó enfocar con claridad su pequeño rostro, concentrarse en ella y sólo en ella; una chica dulce, asustada y en avanzado estado de gestación, que no sólo se merecía que la trataran con suavidad, sino que también lo necesitaba.
De alguna manera, él la había puesto sobre su regazo. Su rodilla levantada servía de apoyo a la espalda de ella. El brazo alrededor de su vientre hinchado era el ancla que la sujetaba con firmeza. Bajando la vista, vio que le había subido el camisón hasta las rodillas, que había estado peligrosamente cerca de tocar tesoros prohibidos. Tragó saliva y llevó una mano trémula al desgreñado cabello de Letizia.
Bajo las yemas de sus dedos, el pelo de la muchacha parecía seda calentada por el sol. Sus ojos, grandes y recelosos, se apartaron rápidamente de la mano de Felipe para posarse en su rostro. Era evidente que ella temía lo que él pudiera hacer después. Y con toda la razón, pensó Felipe. Un par de segundos más y la habría tumbado boca arriba para abrir las puertas de su maravillosa intimidad.
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La Canción De Letizia
FanfictionFelipe de Borbon y Grecia se queda horrorizado al descubrir que su hermano había forzado a una muchacha indefensa. Atormentado por la culpa, Felipe se casa con ella y pretende criar al hijo que lleva en su vientre. Al poco tiempo de la boda, Felipe...