CAPÍTULO 23

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CAPÍTULO 23

Sasha:

Como supuse, no nos tomó más de cuatro horas encontrar a los bastardos que atacaron a mi hermana y a mamá, solo bastó presionar un poco a algunos "conocidos" que me debían un par de favores y con la ayuda de Tay, el hacker que se encargo del rastreador de Sarah, logre obtener las grabaciones de las cintas del centro comercial y con ellas, los perfiles de los imbéciles bastardos que para mi buena suerte actuaron a cara descubierta, facilitándome la tarea de encontrarlos.

—¿Es aquí?—Pregunta el hombre a mi lado y asiento, a medida que avanzamos en el mugroso acampado de tráilers; mientras algunos de mis hombres rodean el perímetro por sí acaso, en tanto Lev y yo, nos acercamos en busca de esos hijos de perra.
El lugar es un basurero y usualmente se usa para que se junte la peor mugre de la ciudad, ladrones de quinta categoría, borrachos y drogadictos.

Así que es muy posible que nuestras víctimas pertenezcan a alguna de esas categorías. Lo que sí se me hace extraño, es que no hayan más personas merodeando, solo algunos vagos que nos miran de lado cuando caminamos con las armas en la mano, pero que vuelven su atención al tanque en llamas que utilizan para calentarse.

Hay infinidad de vehículos aparentemente abandonados y encontrar el indicado podría tomarme horas. Horas que no tengo para perder con estos imbéciles, así que saco un fajo de billetes del bolsillo y se lo enseño al hombre que bebe del pico de una botella de quien sabe que cosa, mientras se frota los brazos frente al fuego.

—Estoy buscando a estos hombres—. Le enseñó una fotografía junto al dinero y tras mirar para todos lados con desconfianza, clava la mirada en un viejo autobús a unos cincuenta metros y hace un gesto con el mentón. Asiento y le suelto los billetes que no tarda en juntar del suelo antes de largarse corriendo.

Me abro camino en medio de dos viejas casas rodantes aparcadas tras la antena de radio satelital. El campamento se encuentra en una zona alejada de la zona céntrica de Moscú, por lo cual estas antenas son el único medio para que la señal llegue hasta este desolado y alejado lugar.

La luz del interior está encendida y tras asentir en dirección a Lev que empuña su arma apuntando hacia adelante, me inclino por la pequeña abertura de la ventana asegurándome de que estén dentro, y cuando lo confirmó, no pierdo tiempo en derribar la puerta de una patada.
Los hombres en el interior se ponen de pie al mismo tiempo, uno intenta tomar el arma de encima de la mesa, pero no logra hacerlo ya que soy más rápido cuando le disparo primero justo en el hombro, haciendo que se paralice cuando Lev en lugar de disparar, se le lanza encima, llevándolo contra la pared golpeándolo una y otra vez con sus puños. Su cómplice intenta huir hacia la parte de atrás pero sonrió y le disparo en la pierna haciendo que caiga al suelo.

—¡Espera! ¿Por qué la prisa? Ahora viene la mejor parte. —Señalo justo cuando Lev levanta al otro bastardo y lo lanza por encima de la mesa, haciendo que las jeringas con la cuales asumo pensaban drogarse, se le entierren en la piel de la espalda, las botellas de ron y toda la demas basura sobre la mesa se esparcen por el suelo cuando el tipo rueda por encima de la tabla de la mesa que acaba destruida.

—Y lo curioso es que aun no esta molesto—. Digo acercándome al infeliz que permanece con una rodilla en el suelo. Lo observo bien y detallo el lunar en la nariz al igual que el ojo desviado que menciono Kat.

«Asi que este es. »

Sonrió levantándolo de la tela de la camiseta y luego lo lanzo sobre el sofá.

—Este es el mio—. Le aclaro a Lev que ya tiene amordazado al otro tipo, y que me lanza la cinta industrial con la que ajusto las piernas del infeliz que no se mueve.

La Posesión del Ruso ©.Libro #1 "Almas Rebeladas."  [Borrador Para Corregir] +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora