CAPÍTULO 5
Sebastián Rinaldi:
La silla atraviesa la ventana, de mi oficina, cuando la lanzó desde el segundo piso hacia abajo. La rabia me corroe por dentro, cuando siento que voy a perder la puta cabeza.
«Se la llevaron. Algún hijo de puta se la llevo.»
Azoto la palma de mi mano sobre la mesa, y me volteo observando el cuadro familiar que cuelga de la pared. Los ojos de mi hija me observan desde la imagen donde abraza a su madre y hermanos. Y mientras las observo, aprieto la mandíbula, repitiéndome mentalmente que tengo que calmarme. Suspiro y cierro los ojos un instante apartándome el cabello de la frente con las manos, antes de voltear hacia el hombre frente a mi, que me observa a la espera de como proceder.
—¡Quiero que prepares a los mejores.—Ordeno—ni sicarios de cuarta, ni pandilleros drogadictos! Quiero hombres con experiencia y que sepan lo que hacen. Que sean capaces de acatar un puta orden sin replicar y que no les tiemble la mano, ni se acojonen a la hora de matar a quien haga falta, porque muertos habrá y serán muchos. Y quiero estar seguro de que si les digo que tiene que dispararle a su abuelita, no tiemblen a la hora de jalar el puto gatillo. —Vuelvo a apoyar los puños sobre la mesa.
—¡Entendido! Ya mismo me pondré en eso jefe, no se preocupe. —Asegura el hombre que sigue de pie pasmado, hasta que asiente repetidas veces cuando lo miro mal, logrando que salga disparado hacia la salida, chocando con Caín que entra resoplando, en el mismo estado que yo, mientras observa la tableta que sujeta con fuerza en su mano.
—Tengo la cinta de vigilancia del estacionamiento de la universidad. Los hijos de perra sabían lo que hacían y no dudaron en actuar. Sabían que estaba sola. Pero no lo se… hay algo no me cuadra de todo esto.
—¡Dámela!—Ordeno y me mira, pero que no me la entrega.
—Padre…no te gustará ver lo que…
—¡Que me la entregues demonios!—Me exaspero y suspira antes de extenderme el aparato.
Mientras reproduzco la grabación siento la mirada de mi hijo que no me quita los ojos de encima, cuando mi mano se aferran con furia a la maldita cosa y me paso la palma de mi mano libre por la cara con frustración. El video sigue corriendo y el poco autocontrol que mantenía, se va a la mierda cuando veo como estrellan el rostro de Sarah contra la puerta de su coche, mientras ella lucha como una leona, intentando liberarse del bastardo que la sujeta, en tanto otro le apunta con un arma.
—¡Hijos de puta! —Bramo azotando contra la pared la tableta que termina hecha trizas en el suelo, mientras camino de aquí para allá, intentando calmarme cuando la respiración se me agita otra vez.
Mi estado mental sigue siendo inestable a pesar de los años, y la única manera que he encontrado para controlarme es tomar la maldita medicación que me indicó el loquero al que empecé a ir cuando descubrí que seria padre. Si hay algo que no podía permitirme era que mis hijos crecieran junto a un maldito lunático, por lo cual decidí buscar la forma más adecuada para controlar las crisis, pero en este momento las emociones que siento se están volviendo demasiado difíciles de controlarlas. Es como su la bestia enjaulada en mi interior arañar por salir. Y se que debo controlarme por Sarah y por el resto de mi familia, pero es demasiado difícil hacerlo cuando en lo único que puedo pensar, es en que quien sabe que jodido hijo de perra se ha llevado a mi niña.
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La Posesión del Ruso ©.Libro #1 "Almas Rebeladas." [Borrador Para Corregir] +21
Roman d'amour"El puede parecer un dios, pero esta muy lejos de serlo. El no es un santo, tampoco un pecador cualquiera. ¡El... es un sádico!" Sasha ivanov, hijo primogenito del pakhan de la Bratva y futuro heredero del imperio mas sanguinario de Rusia. Desde pe...