CAPÍTULO 26

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CAPÍTULO 26


Sasha:

Acaricio el cabello de la chica dormida a mi lado, mientras recorro su rostro con la mirada. Desde que desperté y note que estaba a mi lado, he intentado no moverme para no despertarla. Su brazo me cruza el abdomen y su cabeza recae recostada junto a mi hombro.

La herida a un lado de mi pecho aun duele, pero de todas formas me niego a mover un solo musculo; porque perder el calor de la mujer que me abraza ahora mismo, me dolería mucho más.

Sus ojos permanecen cerrados, sus labios levemente separados me tientan descaradamente y su respiración tranquila y pacifica, delatan lo cómoda que se siente entre mis brazos.

Desplazo la mirada a mi alrededor observando el suero que cuelga del ganchos junto a la cama y sigo el recorrido del fino caño translúcido, elevo una ceja observando la aguja en mi brazo y vuelvo la mirada a la pequeña mesa a mi lado repleta de artículos de curaciones, gasas, antiséptico y otras cosas que no tengo ni idea para que sirven. Suspiro mirando el techo mientras cierro los ojos un instante .

«Ella ha cuidado de mi. »

Nunca pensé sentirme afortunado de recibir un disparo, pero si las consecuencias son el tener a Sarah como mi enfermera personal, y durmiendo entre mis brazos, no me molestaría recibir otro balazo. Sonrío por la línea de mis propios pensamientos y ladeo la cabeza observándola nuevamente.

Levanto mi brazo para apartar un mechón de su cabello que le cae sobre el rostro, pero el movimiento manda un ligero pinchazo que me recorre los músculos, hasta acentuarse en la maldita herida a un lado de mi pecho, mientras el suero acaba en el suelo, cuando sin notarlo con el movimiento acabo jalando el delgado caño conectado a mi brazo . Un siseo y una maldición se me escapan, pese a que intente ser lo suficientemente silencioso para no despertar a Sarah, lo cual no consigo, ya que de inmediato levanta la cabeza de mi hombro. Sus cejas se disparan al cielo cuando me observa directo a los ojos y se aparta de un salto, logrando que el ardor de la herida pase a segundo plano cuando el frío de su lejanía me cala hasta los huesos.

—¡Cielo santo! Al fin despiertas.

Sus palabras me hacen parpadear confundido y un instante después mis cejas se juntan observándola cuando se pone de pie y se apresura a revisar el suero.

Intento ponerme de pie cuando la veo acuclillarse en el piso para levantar el desastre de suero que moja la madera del piso. Pero se levanta de golpe y sin darme tiempo a reaccionar sus manos suaves se apoyan sobre mis hombros mientras me empuja hacia atrás, observándome con una mirada reprobatoria.

—No hagas eso. ¡No puedes levantarte!—Me regaña como a un jodido crío, pero estoy tan sorprendido por su drástico cambio de actitud que no logro abrir la boca, simplemente obedezco recostando la espalda nuevamente en su sitio mientras la observo acomodar la almohada tras mi cabeza.

Su nariz casi toca la mia cuando se inclina hacia adelante para acolchonar la almohada y sigo con la mirada cada uno de sus movimientos sin decir una palabra. Su aroma se cuela por mis fosas nasales y me inclino un milímetro hacia adelante para sentir su perfume pero la fragancia desaparece cuando se voltea y levanta el pie metálico del suero. Luego toma mi brazo cuando nota que intento quitar la aguja y me mira mal.

—¿Puedes quedarte quieto?—Pregunta con molestia y la miro pero no respondo.

Ella enarca una ceja y me mira, pero tampoco dice nada, mientras termina de quitar la aguja en mi brazo que ya casi estaba salida.

—La enfermera vendrá en la tarde y te colocará otro. ¿Cómo te sientes?

—Me siento bien. No necesito una enfermera.— Respondo y vuelvo a juntar el ceño cuando la veo voltearse y mirarme enarcando una ceja.

La Posesión del Ruso ©.Libro #1 "Almas Rebeladas."  [Borrador Para Corregir] +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora