Capítulo 33

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Kass


Desperté desorientada, no sabía dónde estaba y mi cama estaba vacía.

Me senté y me tomó un segundo hacer memoria de todo.

El viaje, mis padres, Chris, anoche, todos los recuerdos me cayeron en una enorme avalancha y los flashbacks de hace solo unas horas me sacaron una sonrisa cansada y genuinamente feliz.

Me sentía plena.

Él me hacía muy bien.

Finalmente decidí levantarme a buscarlo. Quería besarlo.

Cuando salí de la cama y me vi en el espejo, noté el desastre que tenía en el cabello, la simpática imagen me dio gracia y no pude evitar sonreír.

Me acerqué al tocador para tomar una goma y ordenarme un poco el pelo, pero me percaté de la presencia de un objeto que no estaba ahí la noche anterior. Una pequeña cajita negra sedosa con un lazo diminuto que la mantenía oculta del exterior me dio los buenos días.

La sostuve con cuidado y deshice el suave listoncito.

Dentro había descansando sobre delicado satín lila el más precioso de los pares de aretes que había visto nunca. Dos finas mariposas plateadas resplandecientes con delicados hilillos metálicos colgándoles de las alas con chispeantes brillos traslucidos sujetadas por un aro. Jamás había visto algo así.

Y esto no era todo.

También había una pequeña nota escrita a mano sujetada con una tirita de estrellas.

"Feliz cumpleaños, Chispita, el primero de muchos a tu lado, mi niña está creciendo

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"Feliz cumpleaños, Chispita, el primero de muchos a tu lado, mi niña está creciendo. Te amo, Kassie, como no tienes una puta idea."

No podía dejar de mirarlo, no podía creerlo, esto era... hermoso. Me arrebató una sonrisa reluciente de los labios. Este definitivamente sería el mejor de los cumpleaños en mucho tiempo.

Bajé dando brinquitos a la cocina y lo vi hablando con Julia.

Le regalé mis ojos sonrientes, los más felices que había visto en mí seguramente.

—Feliz cumpleaños, Kassie—saludó la mujer.

—Gracias, Julia.

Me acerqué a él, enredé mis brazos en su cuello y lo besé con felicidad—Gracias, son hermosos, me encantaron. Es el mejor regalo que me han hecho en mucho tiempo.

Devolvió la mirada sonriente—No tienes nada de que agradecer, me alegro que te hayan gustado.

Ahora mismo estaba flotando en una esponjosa y mullida nube mientras todo a mi alrededor era borroso, solo estaba él, él y el éxtasis constante que sentía a su lado.

La Melodía de tu VozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora