Capítulo 18

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Christian


Si, me partió el trasero.

Su risa resonó en el aire, con la cabeza echada hacia atrás y los brazos cruzados suavemente alrededor de su abdomen mientras ella representaba la viva imagen de la genuina alegría. Perdería lo que sea si eso significaba que podría verla así más seguido.

Mi derrota no se sintió como una al verla.

—¿Qué pasó, Chris? ¿Estás triste por perder contra mí? —gritó a través de la red de vóley mientras hacía un puchero cómplice.

Me acerqué a su lado y le susurré al oído—Si esa es tu reacción al ganarme, créeme que preferiría ser un perdedor de por vida.

Cuando me separé para apreciar su rostro, vi cómo su risa se apagó, pero una sonrisa bandida que dibujaban sus labios reemplazó su lugar, acompañada de un delicado rubor en sus mejillas y palabras no dichas que sus ojos deseaban gritar en las profundidades de la oscuridad.

Esta mujer me mataría un día.

Y lo peor era que ansiaba que ese día llegara.

Moriría absolutamente feliz.

El día pasó bastante rápido y mis emociones se revolvieron al recordar que esta noche dormiría con ella

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El día pasó bastante rápido y mis emociones se revolvieron al recordar que esta noche dormiría con ella.

Cuando volvimos a la habitación después de tomar una cena ligera, no podía descifrar mis pensamientos. Estaba emocionado, obviamente, pero el nerviosismo hacía que las ideas en mi mente se distorsionaran.

—Puedes ducharte primero, necesito ordenar algunas cosas—declaró la pelinegra peligrosa mientras estaba husmeando algo entre sus cosas.

—Bien, no me tardo—avisé antes de entrar al baño.

Un día completo con Kassandra y ya me sentía una persona totalmente diferente, más libre, menos gris, ella me hacía sentir como si pudiera mostrarle todas mis partes más jodidas y aún así me seguiría mirando de la misma forma.

Me despojé de mi traje de baño y entré a la ducha.

El agua recorrió mi cuerpo, borrando rastros de sal y arena, pero había una cosa que no podía borrar y eso era la emoción que se cuajaba en mi interior por lo que iba a suceder en solo unos momentos.

Nunca había dormido con nadie. No entendía el punto de compartir la cama con otra persona, pero ahora estaba curioso por saber cómo se sentía, cómo se sentía dormir con ella.

Salí del baño con una toalla blanca sujetada en la cintura y otra mucho más pequeña para secar mi cabello.

Cuando estuve fuera del cuarto fogoso por el vapor del agua caliente, mis ojos se encontraron con los suyos; no dijo nada, se limitó a barrer sus orbes por mi torso desnudo.

La Melodía de tu VozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora