29
Christian
Finalmente llegó el día que habíamos acordado para ir a ver a Rick.Si era honesto, estaba un poco nervioso, no quería volver a verlo jamás. Quería borrarlo del panorama, pero ella tenía razón.
Era necesario acabar con los fantasmas del pasado, hacer que se esfumaran y dejaran de atormentarme de una vez.
Salimos en mi carro con dirección a la que una vez fue mi casa también.
Ella estaba a mi lado, llevaba pantalones azul celeste, botas negras de tacón bajo y una blusa de tirantes con estampado de girasoles.
Nunca la había visto llevar estampados, pero se veía igual de preciosa que siempre.
Noté que me dedicó un par de sonrisas dulces, me sujetó la mano todo el camino, me acarició la palma con su pulgar y estos gestos me dieron la valentía que hoy necesitaría.
Cuando estábamos a unos escasos veinte minutos de nuestro destino, vi que sus ojos se perdieron por la ventanilla hacia un terreno desolado, el cual parecía haber sido quemado hace mucho tiempo, aunque los restos de lo que solía ser una casa, tal vez, seguían sucios y chamuscados y hierbas altas yacían en el lugar.
—¿Qué sucede? —cuestioné al verla un poco inquieta.
Hubo silencio, pero luego de unos minutos mencionó—Ahí era donde solía estar mi antigua casa, la que se quemó frente a mis ojos.
Me invadió un poco de preocupación, no quería traerle recuerdos tristes o dolorosos a la única persona que era genuina luz en mi vida—¿Estás bien?
—Sí—sonrió sin gracia—, no te preocupes, estoy bien, solo que algún día compraré ese terreno y reconstruiré mi casa, justo como estaba antes.
Sonreí admirando su expresión determinada—Claro que lo harás, todavía no conozco algo de lo que no seas capaz de hacer.
No contestó. Solo sonrió, gesto que por sí solo me dijo ¨Gracias¨.
Llegamos al vecindario de Rick.
Seguía igual que cuando tenía siete años. Tan pintoresco como siempre.
Era un vecindario bonito y tranquilo donde en su mayoría vivían parejas casadas con sus hijos y sus mascotas.
Las casas eran espaciosas y con terminaciones decentes, aunque no era algo que disfrutara observar cuando vivía aquí.
Estacioné el auto en la entrada de la casa de enormes ventanales, que estaba pintada de naranja, pero algo no me permitió salir del vehículo.
Miro al volante y respiro hondo mientras lo reconsidero.
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La Melodía de tu Voz
RomansKassandra Carter, estudiante de psicología, amante de siempre tener la razón y de la música, es presentada a Christian Cooper, un amigo de su amigo, este chico misterioso e intrigante, conocido por ser el mejor jugador de fútbol americano del equipo...