Bad; j.b

28. Deception

 ''No pienses en ella.'' 

Justin Bieber 

Aspiro la brisa fresca de la noche cuando esta comienza a chocar en mi cara, cierro los ojos y saco el humo por la boca de la reciente calada que le acabo de darle al cigarro que sujeto en mi mano.

 Adoraba estos momentos de tranquilidad, en los que no sentía ningún peso sobre mis hombros, esa sensación de relax, de que en mi mente solo pasaban cosas buenas y no preocupaciones ni mierdas. Ya era hora. Eran casi las cinco de la madrugada. Ya habían pasado más de tres semanas desde que Cassie quedó ingresada, y no veo el momento en que la den de alta. 

En estos días ni he visto ni me he parado a pensar en Kate, lo que no me sorprende, sino que me alegra. He ido todos los días al hospital a visitarla, y cada día me recibe con una sonrisa radiante que me ilumina por dentro. No puedo evitar sentirme feliz y contento a su lado, verla sonreírme de esa manera es como un regalo para mi. Poco a poco hemos ido incorporando a Cassie en el grupo de amigos, Dylan, Jeppe, Macy, Tayson, Jasper(aunque este fuera recién llegado) y yo. Macy casi se puso a llorar la primera vez que volvió a entrar en la habitación de mi chica y esta la abrazo contra su cuerpo. Ya no tenía tantos cables enchufados a su cuerpo, solo el del suero, y una venda le cubría la cabeza.

Anteriormente a esa situación, yo le había hablado a Cassie sobre Macy, y comenzó a sollozar cuando le dije que fueron mejores amigas. Tuve que sostenerla contra mi mientras lloraba y se maldecía a mi misma y a la persona que la arrolló. Tragué saliva cuando escuché a aquello y me aparte de ella, secando-le las lágrimas con mis pulgares y en seguida intentando apartar el tema. Lo cuál funcionó. 

Cassie y yo habíamos establecido una amistad demasiado profunda y cariñosa, lo cual me daba esperanzas y me llenaba de alegría...hasta que llegaron sus padres. Era el cuarto día desde que estaba en el hospital y Cassie no tuvo una buena reacción ante ellos, de lo cual no la culpamos ni si quiera los médicos, que tuvieron una seria charla con ellos en privado y creo que estuvieron a punto de llamar a los servicios sociales. 

Al día siguiente yo estaba, como de costumbre, en el pasillo frente a la habitación de Cassie con los chicos mientras las enfermeras la ayudaban a ir al baño y sus padres entraron por las dos puertas que separaban el pasillo de las otras salas de espera. Parecían preocupados y que no habían dormido nada. Pero algo en ellos no me gustó, me pareció extraño. Había una cosa que sobresalía de ellos que no cuadraba y no conseguía averiguar lo que es, pero lo haré... 

—¿En que piensas?—me sobresalté llevándome una mano al corazón y abriendo los ojos de golpe al escuchar una voz masculina procedente de detrás de mi, posteriormente escuché la puerta de cristal de la pequeña terraza de mi cuarto cerrarse. 

No me hizo falta ni siquiera moverme para saber quien era. El recién llegado se acomodó en la tumbona al lado de la mía y estiró su brazo en mi dirección, sujetando una coca-cola fría en ella. La cogí en seguida al ver su mano roja a causa de lo fría que estaba. Negué con la cabeza. 

—En todo, Jasper—suspiré y mire hacia abajo. El cigarro se había consumido un poco, por lo que con un toque de la punta de mi dedo indice tiré la ceniza que sobraba en el cenicero que estaba sobre una pequeña mesita entre las dos tumbonas. 

—¿Es por ella? Ya habíamos hablado varias veces, y cada vez no me dolía menos. Tuvimos una larga discusión la primera noche que estuvimos juntos cuando llegaron los padres de Cassie y se quedaron ellos en la habitación. Por lo que tuve la obligación de volver a casa. Él me recriminaba lo gilipollas que había sido, y yo le decía que no era el más indicado para hablar. Pero finalmente nos calmamos cuando él se dio cuenta que realmente estaba afectado por el tema. Asiento sin saber que decir y me termino el cigarro, tirando la colilla fuera de mi terraza con el suficiente cuidado de no colarla en la terraza de mi amigo Jasper, quien vive justo a mi lado.