CIELO COMPARTIDO

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1 LICOR DE CAFÉ

Cielo Compartido es un Café Bar que se localiza en una parte remota y casi escondida en la zona gay de Atlanta. Es una impresionante edificación de dos plantas con un acabado que va entre lo rústico y lo moderno.

Paul ha tenido muchas ganas de conocerlo desde que vio un anuncio del mismo en redes sociales, se anuncia como un sitio económico, cómodo, y de ambiente perfecto para conocer a la pareja de tus sueños o hacer amistades: para conocedores de las bebidas alcohólicas y amantes del café.

Jesús no es ninguna de las dos, pero cuando su relación sufre un quiebre inesperado, lo único que puede pensar es en ir a beber y, probablemente, hacer amigos o hasta conocer a alguien más y demostrarle a Dorian que no lo necesita en su vida.

Abandonó Virginia para venir aquí con él, y el muy imbécil se atreve a dejar que la relación se vaya al demonio, no importa cuál de los dos tuvo la culpa, lo cierto es que fue Paul quien abandonó todo por él y él debería ser el que luchara más por la relación, no Rovia, y con ese pensamiento se arregla y sale tomando un taxi para que lo lleve al famoso local, son las diez de la noche en punto para cuando atraviesa las grandes y bellas puertas de madera y se deja sumergir en el ambiente de un sábado por la noche. Cielo Compartido es, incluso por dentro, la mezcla perfecta entre dos ambientes distintos. Es elegante y rústico, es hogareño y moderno.

El local está sumergido en una tenue luz que no deja rincones oscuros, pero tampoco ilumina lo suficiente, hay mesas para dos pegadas contra las paredes, iluminadas por quinqués que le dan un toque bohemio, hay sillones con mesas de centro para los grupos más amplios y hay una barra con bancas altas detrás de la cual el barman se entretiene acomodando en sus estantes una serie de distintos licores en botellas encantadoras; un par de grandes bocinas de madera roja permiten que salga una melodía de piano que parece rock instrumental y el sitio completo huele a licor de café.

Para ser un sábado por la noche, el sitio se encuentra relativamente vacío.

La mayoría de los comensales son hombres y más de uno de ellos lo voltean a ver apenas atraviesa la puerta. Paul toma una bocanada de valor y entra fingiendo no darse cuenta de quienes lo están mirando y va a la barra donde se miran mejor los menús de comida y bebida.

Todavía está decidiendo lo que beberá, para comenzar, cuando el barman se acerca a él entregándole una bebida de licor de café, la especialidad de la casa, y le dice con voz de lija que la primera la invita la casa, por ser su primera vez, dicho esto, el hombre regresa a lo que está haciendo, sea lo que sea que haga. Jesús mira su bebida en una enorme y bella taza de cristalería fina, una bebida que tiene un tono café oscuro y en cuya parte superior flota un fino polvo que huele poderosamente a menta azucarada.

Rovia toma la diminuta cuchara y le da una probada.

El sabor le gusta enseguida, decide: y sus ojos se dirigen al barman prestándole un poco de atención. Es un poco más alto que Jesús, al menos media cabeza. Tiene los largos cabellos negros con las primeras hebras de cana cuidadosamente recogido en una media cola, la barba de por lo menos cinco días, los pómulos altos, el mentón definido, y un par de poderosos ojos azul bruma que se concentran en el hombre que tiene enfrente y le está pidiendo una siguiente bebida. El barista viste con camisa verde que se le ajusta al dorso, se la ha arremangado mostrando los brazos de gimnasio y usa un delantal negro con el logotipo del café bar bordado.

Jesús bebe de su café, todavía tomando valor para mirar alrededor y dejarles saber a sus admiradores que, de hecho, él también ha venido aquí buscando.

Va por la mitad de su café sin que todavía se atreva a hacer ni decir nada, cuando el barman regresa con él y le entrega una segunda bebida, esta vez servida en una copa de cristal con un licor azul dentro del cual flotan unas gotas sospechosamente negras como burbujas oscuras y que, sin embargo, le dan un aspecto casi mágico a su bebida, y cuando Jesús eleva la vista al barman, el hombre simplemente le señala con la vista hacia un hombre que está en la esquina contraria y que levanta su propia copa hacia él en un silencioso brindis.

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