JESURYL

HALLOWEE DREAMING (3)

EPÍLOGO

PUMKIN HOUSE

Los hombros del moreno se sacudieron en una risa muda.

La carcajada, sin embargo, se convirtió en una tos que trató inútilmente de ser disimulada. Una carcajada que se escapa en el momento en que Jesús le arroja un trozo de hierba seca que lo golpea justo contra la cara.

—¿Qué te parece tan divertido, Dixon? —La sonrisa del mayor no pudo borrarse ni siquiera aunque fingió masticarse el labio mientras continuaba haciendo una red de enredaderas secas. Pronto oscurecería, pero no parece importarles, trabajan sin prisa y el clima era tibio y casi refrescante.

Rovia llevaba una playera de manga larga, su cazadora y una bufanda perezosamente echada sobre de los hombros. Su barba se había llenado de espigas y su cazadora se miraba llena de polvo.

—Soñaste con Halloween —dijo finalmente el moreno, y hubo una nota de peculiar cariño en eso—. ¿Qué eres, un niño pequeño?

—Prácticamente fue una pesadilla —se defendió el aludido.

La carcajada finalmente escapó de Daryl, fantasmas y brujas y vampiros y hombres calabazas no contaban como pesadillas para un hombre de treinta y cinco años, ni siquiera hubo muertos en su sueño, o sí, pero de gente que no podía importarle menos... con todo lo que Jesús había tenido que ver y vivir en los últimos casi tres años, definitivamente no contaba como una pesadilla soñar con Halloween, y, sin embargo...

Daryl podía decir que sentía demasiada ternura por este hombre ahora mismo. Algo que no diría en voz alta, desde luego. En cambio, soportó el par de golpes que le dio el castaño juguetonamente exigiéndole que dejara de reírse, se estaba abriendo con él para contarle un sueño y él se estaba burlando. El arquero atrapó el tercer golpe con una de sus manos y sujetó el puño sin soltarlo. Además, había soñado con su primer novio y un amante que tuvo alguna vez en algún momento.

Pero, lo más importante, había soñado con él.

—Y, según tú, ¿cómo me veía a los 21? —Jesús bufó por la nariz, pero se miró los zapatos y el suelo lleno de hierba seca y hojas enrojecidas por el otoño. Ahora es 24 de octubre, falta exactamente una semana para Halloween y Maggie quiere tener esto para los niños, ahora que será el primer año libres de Negan y los Salvadores.

—Igual que ahora, pero joven y con el cabello corto —pensó en voz alta, en realidad no puede recordar con exactitud las formas de su sueño, sólo los eventos, e incluso los monstruos le parecen ahora caricaturescos.

—Sin arrugas y sin canas, dirás, menos jodido—, el hombre terminó la red que tejía y lo colocó cuidadosamente alrededor del enorme espantapájaros que los Caballeros y Escuderos han levantado durante la mañana. El enorme espantapájaros, el más grande que nadie haya visto antes nunca, estaba decorando el centro de las ruinas de Alejandría, la ciudadela que había caído durante el último ataque de los Salvadores y que tardaría casi cinco meses en ser reconstruida, si los cálculos de Eugene eran exactos. Rovia levantó sus ojos al cielo crepuscular y asintió a las palabras del pelinegro.

—Pero las arrugas y las canas son parte de tu encanto.

El cazador colocó la estaca de madera y miró hacia Jesús. El más joven se había quedado de pie mirando el cielo, probablemente aun digiriendo su sueño de Halloween. Sus ágiles manos jugaban distraídamente con la corona de espigas, pensando, recordando, intentando comprender algunas cuantas cosas de su sueño... Carl Jung decía que los sueños son el modo de traer al consciente el inconsciente. Pero los sueños son simbólicos.