Cap.7

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A la mañana siguiente, las clases comenzaron y, detrás de Evelyn y de mí, se sentaron Marco y Hero. Sentí una oleada de nervios al tener tan cerca a alguien que me tenía completamente confundida. Cada vez que Hero movía una silla o susurraba algo, mi corazón latía con fuerza, incapaz de descifrar sus verdaderas intenciones. A su lado, Marco, cuya atención hacia mí era evidente, añadía una capa adicional de tensión. Saber que le gustaba a Marco y que Hero, su amigo, también estaba presente, hacía que cada segundo se sintiera eterno. La atmósfera en el aula parecía cargada, como si cada respiración pudiera desencadenar una reacción en cadena de emociones contenidas.

—Hoy tenemos caras nuevas —dijo el profesor de química, marcando el inicio del día de clases. —Hero  Abisso y Marco Gleam, bienvenidos. Se aproxima una evaluación, así que pueden solicitar el material visto hasta hoy para prepararse para el examen.

—¿Podríamos estudiar todos juntos hoy en casa?—preguntó Evelyn, girándose hacia Hero y Marco, y luego mirándome expectante.

—No tengo problema— respondí con una sonrisa, aunque en el fondo me arrepentí un poco de mi respuesta.

—¡Muy bien! Después de clases podemos irnos todos juntos—dijo emocionada, aplaudiendo.

Luego de clases, nos dirigimos a casa de Evelyn. Ya no era su madre quien pasaba a buscarla, sino que Hero se encargaba de eso ahora que concurría en el mismo horario. A su lado, estaba sentado Marco, y detrás íbamos Evelyn y yo. Por el espejo retrovisor, no pude evitar notar que Hero me miraba cada vez que podía. No emití una sola palabra, ya que tantos cambios ese día me habían estresado mucho.

—Podemos estudiar en la oficina de papá —sugirió Evelyn al llegar—. ¿Me ayudas a preparar algo de comer? ¡No podría concentrarme con tanto hambre!

—Por supuesto —respondí, mientras nos dirigíamos a la cocina.

Aquel momento compartido con Evelyn me dio un poco de calma. Nos divertimos preparando unas hamburguesas que, aunque no eran complejas de preparar, nos causaba mucha risa pensar que las estábamos haciendo mal. La risa y la camaradería nos ayudaron a aliviar la tensión acumulada durante el día, y por un rato, me olvidé de mis preocupaciones.

Durante el estudio, Hero se sentó a mi lado y Marco llevó su silla al otro lado, dejándome en medio de ellos. Traté de mantenerme enfocada en el objetivo de estudiar, pero la tensión en el ambiente era palpable. Mientras leía en voz alta un fragmento de mis apuntes, mi voz se estremeció al sentir la mano de Hero posándose sobre mi rodilla debajo de la mesa. Me apretó con fuerza y mis mejillas se encendieron. Cada parte de mi ser temblaba y el calor que me provocaron aquellos dedos enterrándose en mi piel era inconfundible.

—Voy por agua —esbocé con la voz temblorosa y me retiré apresuradamente de allí.

Detrás de mí, Marco me siguió con la misma excusa.

—A mí también me pone nervioso leer en voz alta —dijo, tratando de relajarme. —Pero tengo que admitir que, incluso cuando estás avergonzada con tus mejillas coloradas, no dejas de parecerme hermosa.

Lo miré atónita, sin saber qué decir.

Los rayos de luz que entraban por la ventana lo iluminaban como si el brillo le perteneciera. Me sonreía mirándome fijamente, y con cada paso lento, se acercaba más, hasta estar frente a mí. La calidez de sus ojos me hipnotizó, dejándome inmóvil. La tranquilidad que él irradiaba era como contemplar el amanecer, cuando todo está en paz y nada más importa que guardar esa imagen en lo más profundo de tu mente.

Tomó el vaso con agua que yo sujetaba, rozando intencionalmente mi mano y regalándome una suave caricia. Mojó sus labios y me devolvió el vaso. Luego, volvimos con los demás sin decir una sola palabra, porque él había aprendido a leer mis silencios.

Aún no comprendo qué sentimientos le corresponden a cada uno. La confusión me invade, y empiezo a compararlos. Hero es como la noche: misterioso y profundo. La oscuridad de su personalidad y el abismo que se esconde detrás de sus ojos negros me atraen irremediablemente. Cuanto más se acerca a mí, más quiero conocerlo, explorar cada rincón de su ser. Su expresión despojada de emociones, sus momentos de cercanía seguidos de una fría distancia, me dejan anhelando más. Es un enigma, un misterio que despierta mis más profundos deseos y curiosidades. Su presencia es como una noche estrellada, bella y aterradora, envolviéndome en su manto oscuro y seductor.

Marco, en cambio, es como el día: brillante y cálido. Él es el sol naciente que ilumina cada rincón oscuro de mi alma. Sus ojos, del color del cielo despejado, revelan una honestidad y claridad que son difíciles de encontrar. La calidez de su mirada me envuelve como los primeros rayos del sol al amanecer, llenándome de una paz y tranquilidad que casi he olvidado que existía. Con él, todo es transparente, abierto. Es el día en su esplendor, cuando el mundo parece más sencillo, más hermoso, y me hace desear quedarme en esa luz reconfortante para siempre.

Hero es la tentación de lo desconocido, el peligro que acecha en la oscuridad y me llama a sumergirme en sus sombras. Es una fuerza implacable que me atrae con una intensidad que no puedo resistir. Su toque es como un fuego que arde lentamente, consumiéndome desde adentro.

Marco, en cambio, es la calma después de la tormenta, la seguridad de la luz del día que me acaricia con su suavidad. Su toque es como una brisa cálida en un día soleado, llenándome de vida y esperanza. Es la promesa de un nuevo comienzo, una claridad que disipa todas mis dudas y temores.

Y en medio de todo esto, me encuentro dividida, atrapada entre la oscuridad y la luz, entre la noche y el día.

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