Cap. 18

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Al cabo de un rato, tocaron a mi puerta y al abrir, me encontré con Evelyn. Al instante, la dejé entrar y colocó su paraguas empapado en la entrada.

—Vine porque anoche Hero no regresó a casa y no avisó dónde iría, y tú no contestabas las llamadas. Supuse que lo hallaría aquí.

—Sí... acaba de irse.

—¿Y tú, estás bien?

Negué con la cabeza en respuesta a su pregunta y agaché la mirada. Evelyn respondió con un dulce abrazo.

—Si quieres hablar, aquí me tienes, y si no, podemos hacer lo que tú quieras —dijo, sosteniendo mis manos.

Rompí en llanto, sintiendo que no podía respirar. Evelyn secaba mis lágrimas y me aportaba la compañía necesaria para aliviar mi carga.

—Le dije que no sentía nada por él por miedo a que me lastime —exclamé con la voz rota.

—Está bien, tú decides quién puede estar en tu vida—esbozó, consolándome.

—¿Y ahora qué hago?

—Bueno... Primero tómate el tiempo que necesites y piensa en frío qué decisión vas a tomar. El destino definirá lo que sucederá. Deja que el tiempo solucione todo.

Sus palabras reconfortan mi alma. Entendí que me estaba apresurando a tomar decisiones sin replanteármelas, sin cuestionarme nada, actuando por impulsos.

—Ya falta poco para terminar la escuela, ¿por qué no nos divertimos y hacemos cosas de chicas?

—¿Cómo?

—Sé que habrá una fiesta en la casa de una compañera del turno tarde, ¿por qué no nos ponemos lindas y vamos?

Asentí con el rostro, y aquella tarde nos preparamos para ir. Al llegar, la música resonaba en el aire y las luces titilaban al ritmo de los latidos de la noche. El lugar estaba lleno de gente, y nos dejamos llevar por la música, bailando y riendo hasta el cansancio. Sentía que nada podría salir mal, que me había estado perdiendo tanta diversión en este año que debería haber disfrutado desde el principio. Todo estaba bien cuando era invisible para el resto. Lo único que agradecía era la amistad de Evelyn; aquel último año de escuela no habría significado nada sin ella, sin sus abrazos y su divertida forma de ser.

Evelyn me presentó a muchas personas, excompañeros del turno tarde. La mayoría eran de esa jornada. Mientras me encontraba sumida en risas y música, vi a lo lejos a Hero, rodeado de un grupo de jóvenes. Alzó la vista mientras le daba un sorbo a su bebida y me vio. Traté de apartar la mirada y seguir enfocada en las personas a mi alrededor, pero de repente sentí que alguien me jalaba del hombro con fuerza. Al girarme, me encontré con Hero, cuyo olor a alcohol era inconfundible. Se tambaleaba, claramente alcoholizado más allá de lo prudente.

—Selena —balbuceó, su aliento impregnado de alcohol—. ¿Por qué me evitas?

—Hero, estás borracho. No es el momento ni el lugar —intenté apartarme, pero él me sujetó con más fuerza.

—Vamos, Selena, no seas así.—dijo, alzando la voz lo suficiente para que algunos alrededor empezaran a mirar.

—¡Suéltame! —exclamé, intentando zafarme de su agarre, pero él no cedía.

—Solo quiero un beso, uno como los de anoche. —insistió, acercando su rostro al mío, tratando de besarme.

Me giré, evitando su boca, pero él siguió intentando, ignorando mi resistencia.

—¡Hero, basta! —grité, sintiendo la desesperación y la vergüenza crecer en mi interior.

En ese momento, vi a Marco acercarse, su rostro marcado por la ira. Llegó justo a tiempo para apartar a Hero de un empujón.

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