Cap.26

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La vuelta a Shade se volvió eterna. Me apoyé en la ventana del asiento trasero, observando cómo el paisaje desfilaba ante mis ojos como una cinta de recuerdos desvaídos. A medida que nos acercábamos a Shade, el cielo se transformaba gradualmente, de un azul diáfano a un gris opresivo. La oscuridad se cernía sobre nosotros, reflejando la tormenta que sentía en mi interior.

Las nubes densas se arremolinaban, presagiando una lluvia que nunca parecía llegar, como las lágrimas contenidas en mis ojos. Los árboles desnudos se alineaban a lo largo del camino, sus ramas extendiéndose como dedos esqueléticos, intentando rasgar el cielo. Los colores vibrantes del mundo exterior palidecían, sumergiéndose en tonos apagados, absorbiendo la vitalidad de mi espíritu.

Cada kilómetro recorrido era un recordatorio de la distancia creciente entre Hero y yo, de las palabras no dichas y los secretos no compartidos. El silencio en el coche era pesado, cargado con la tensión de lo que no se había resuelto.

Sentí que el gris del cielo se filtraba en mi alma, oscureciendo cada rincón de mi ser. La incertidumbre se aferraba a mí como una niebla espesa, envolviendo mis pensamientos y emociones. El paisaje exterior reflejaba perfectamente mi estado interno: un mundo sumido en la penumbra, esperando una tormenta que purgara la oscuridad o que, al menos, la dejara caer en forma de lágrimas liberadoras.

Mientras la carretera se extendía ante nosotros, la melancolía se apoderaba de mi corazón. Shade, con su cielo perpetuamente gris, era un espejo de la incertidumbre y la desconfianza que ahora gobernaban mi vida. Me perdí en la monotonía del paisaje, dejando que la tristeza me envolviera por completo, preguntándome si alguna vez volvería a ver la luz en este mundo teñido de sombras.

El ronroneo de Jamón y el calor que irradiaba acostado sobre mis piernas me devolvían a mis pensamientos. En medio del caos que reinaba en mi mente, la paz que él desprendía era sorprendente. Su pequeño cuerpo, relajado y confiado, parecía ajeno a las tormentas emocionales que me rodeaban.

Mientras acariciaba su suave pelaje, su ronroneo vibraba a través de mis dedos, una melodía serena que contrastaba con la agitación de mis pensamientos. Jamón, con su presencia calmante, parecía ser el único ancla en un mar de incertidumbre. Cada vez que cerraba los ojos y dejaba que el sonido de su contento llenara el aire, sentía una chispa de tranquilidad infiltrarse en mi corazón.

En un mundo que parecía desmoronarse a mi alrededor, su paz era un recordatorio de que aún existían momentos de pura serenidad. Me maravillé de cómo algo tan pequeño podía irradiar tanta calma, ofreciendo consuelo en los momentos más oscuros. Mientras el coche avanzaba hacia Shade, el ronroneo de Jamón se convirtió en mi refugio, un eco de esperanza en medio de un paisaje cada vez más sombrío.

—Sel...—la dulce voz de Evelyn me despertó—hemos llegado, ¿te dejamos en tu casa o quieres venir con nosotros?

—Es mejor que vaya a casa.

—Está bien, apenas lleguemos te avisaré si Hero está allí.

El rostro de Evelyn, delicado y angelical, reflejaba preocupación, y en sus ojos de un azul oscuro como el mar podía percibir su contención. No podía evitarlo; ella era así, dulce y cariñosa, con un instinto maternal que me generaba paz.

Mientras el coche se detenía frente a mi casa, sentí una mezcla de alivio y desasosiego. El trayecto había sido largo y emocionalmente agotador, pero el saber que Evelyn estaba a mi lado, con su constante apoyo, me daba un poco de fortaleza.

—Cuídate, Selene—dijo Evelyn mientras me daba un abrazo reconfortante—. Sabes que siempre puedes contar conmigo.

Asentí, sintiendo un nudo en la garganta. Verla partir, aunque solo fuera por un momento, me hizo darme cuenta de lo mucho que dependía de su compañía y de su apoyo incondicional. Mientras el coche se alejaba, sentí el peso de la soledad caer sobre mí, pero también una determinación renovada para enfrentar lo que vendría.

ShadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora