Cap. 16

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Al día siguiente, nos encontrábamos en plena víspera de Navidad. Habíamos terminado de decorar la casa, llenándola de adornos festivos y luces brillantes que irradiaban felicidad. El ambiente estaba impregnado de un aire cálido y festivo, lleno de anticipación y alegría.

Marco llegó temprano, y aunque no me aparté de su lado en toda la jornada, evité su mirada en numerosas ocasiones. Temía que, al mirarme a los ojos, pudiera leer la vergüenza y la culpa que aún albergaba en mi interior por lo sucedido. Además, la tensión entre Marco y Hero era palpable; ni siquiera se hablaban y por momentos se fulminaban con la mirada. Era como si Marco pudiera leer sus pensamientos y ver que, en las fantasías más oscuras de Hero, yo me encontraba allí, avivando el fuego de su desconfianza y celos.

Al día siguiente, nos encontrábamos en plena víspera de Navidad. Habíamos terminado de decorar la casa, llenándola de adornos festivos y luces brillantes que irradiaban felicidad. El ambiente estaba impregnado de un aire cálido y festivo, lleno de anticipación y alegría.

Marco llegó temprano, y aunque no me aparté de su lado en toda la jornada, evité su mirada en numerosas ocasiones. Temía que, al mirarme a los ojos, pudiera leer la vergüenza y la culpa que aún albergaba en mi interior por lo sucedido. Además, la tensión entre Marco y Hero era palpable; ni siquiera se hablaban y, por momentos, se fulminaban con la mirada. Era como si Marco pudiera leer sus pensamientos y ver que, en las fantasías más oscuras de Hero, yo me encontraba allí, avivando el fuego de su desconfianza y celos.

Durante la cena de Nochebuena, la mesa estaba llena de mis platos favoritos, como pan tostado con paté de atún y risotto con una variedad de mariscos. Las historias contadas por Pablo siempre eran muy divertidas, especialmente por su forma de narrarlas. Las risas invadieron el lugar, llenándolo de alegría y haciéndome sentir como parte de la familia. Jamás podré olvidar esa noche, como si fuera la línea que separa mi triste pasado de mi futuro.

—¿Por qué no nos tocas una canción? —preguntó Martha a Hero.

—¡Sí, por favor, Hero! —insistió Evelyn al ver su expresión dudosa. Se volvió hacia Marco y a mí, susurrando—: Tiene mucho talento, ya lo verán.

Hero se puso de pie con una sonrisa tímida y se acercó al piano. Con cada nota que tocaba, el ambiente en la sala se transformaba. La música fluía suave y melódica, cargada de emoción. Todos quedamos en silencio, cautivados por la belleza de su interpretación. Mientras las notas mágicas nos envolvían, sus ojos se encontraron intensamente con los míos, estableciendo un vínculo que parecía imposible de romper.

Marco, consciente de la complicidad en nuestras miradas mientras aún sostenía mi mano, la soltó con un gruñido apenas perceptible. Evelyn también captó la tensión en el aire y me miró con preocupación antes de quedarse en silencio.

Cuando Hero terminó, la habitación estalló en aplausos y vítores. Martha tenía los ojos brillantes de orgullo, y Evelyn sonreía ampliamente. Sin que nadie lo notara, Marco se retiró en silencio, tomó su abrigo y se fue. Lo seguí rápidamente y antes de que pusiera en marcha el auto, logré detenerlo e implorarle que hablemos. Bajó del auto con una mirada cargada de enojo y seriedad.

—¿Qué significa para ti la forma en que Hero te mira? Parece que hay algo más entre ustedes.

—Marco...—No supe qué decir.

—¿Por qué parece que disfruta poniéndome a prueba?—insistió.

Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras lo miraba con arrepentimiento. No sabía si debía contarle todo lo que había pasado; no quería abrir una herida aún más grande de la que ya había causado. Pero tampoco podía negar que tenía razón, porque estaría mintiéndole. Me quedé en silencio, como si la ausencia de palabras respondiera todas sus dudas. Vi cómo su expresión cambió de enojo a tristeza.

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