Cap. 15

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Por las noches, el pánico y los ataques de ansiedad me asaltaban. Las pesadillas me despertaban llorando, y Marco y Evelyn me llamaban todas las noches para no dejarme sola.

Antes de finalmente quedarme dormida, mi teléfono vibró con una llamada entrante. En la pantalla apareció el nombre de Evelyn.

—Hola, Evelyn —contesté con voz somnolienta.

—¡Selene! Lamento llamarte tan tarde, pero necesito decirte que mañana empieza el receso de clases por Navidad.

—Lo sé —respondí.

—Mi familia irá a la casa del campo a pasar las fiestas. Pensé que sería una buena idea que nos acompañes —sugirió con entusiasmo—. No sé por qué las cosas entre Marco y Hero están tan distanciadas, pero si tú vienes, seguro que él también lo hará y quizá puedan mejorar su relación.

Me quede en silencio dudando.

—Por favor, dime que sí —me imploró.

—Bueno, iré —respondí, esbozando una sonrisa.

—¡Sí! ¡Gracias! —gritó festejando—. Prepara tus cosas, salimos mañana.

Al día siguiente, escuché la bocina de un auto afuera de mi casa. Eran los padres de Evelyn y ella, desde la ventana trasera, me señalaba que subiera.

—¡Apúrate! —gritó Evelyn.

Tomé mi bolso con lo necesario para unos días en el campo, dejando suficiente comida y agua para Jamón, y me apresuré a subir al auto. Evelyn estaba a mi lado, mientras Hero permanecía en la otra ventana, sin siquiera girarse para mirarme.

—¿Y Marco? —le pregunté a Evelyn.

—Ya le avisé. Vendrá más tarde en el auto de sus padres —respondió—. Déjame el lado de la ventana, por favor —suplicó.— suelo marearme en los viajes largos.

Quedé entre Evelyn y Hero, y vi cómo él cerraba el puño, con las venas resaltando. Teníamos dos horas de viaje al norte de Shade. La ruta estaba mojada por el rocío de la mañana y la niebla aún no despejaba el paisaje. Aún no había amanecido, y me dormí con Evelyn apoyada en mi hombro, tomando mi mano. Me despertó el toque de una suave mano deslizándose bajo mi blusa y recorriendo mi piel.

—Me da curiosidad saber qué tienes puesto —susurró Hero en mi oído.

Desabrochó mi sostén y sus ojos se deleitaron viendo mis pechos caer, soltando una sonrisa. Coloqué mi mano en su pierna e hice un gesto negándome. Él tomó mi mano y la apretó con fuerza, como si mi toque hubiera despertado en él un mayor deseo. Quité mi mano, pero él volvía a tomarla hasta que me rendí.

—Llegamos —susurró Pablo.

Hero finalmente soltó mi mano.

—¡Al fin! —exclamó Evelyn, refregándose los ojos.

La casa de campo tenía el aspecto de una cabaña grande, llena de ventanales con vista a los árboles. La luz del sol apenas se dejaba ver, pegando de frente. El pasto aún estaba congelado y podía sentir el frío viento en la piel de mi rostro como una caricia.

Evelyn me dio un recorrido por la casa, compartiendo anécdotas de su infancia. Finalmente, terminamos en el salón, donde su padre ya había encendido la fogata, y el cálido calor llenaba la habitación. En medio de la sala, había un piano que capturó mi atención.

—¿Te gusta? Hero sabe tocar muy bien —dijo Evelyn.

Asentí con la mirada, intentando ocultar mi creciente inquietud. Revisé el móvil para ver si había noticias de Marco, quien aún no había llegado. Tenía un mensaje: "Me demoraré, el auto no arranca". Sabiendo que tenía tiempo antes de su llegada, decidí aprovechar el momento.

—¿Te molesta si entro a ducharme? —pregunté a Evelyn.

—¡Claro! Tómate el tiempo que necesites —respondió con una sonrisa.

Me dirigí al baño, buscando un respiro en medio de la tensión que me envolvía. Dejé correr el agua caliente y me desnudé lentamente, dejando que el vapor llenara la habitación. El sonido del agua era casi hipnótico, proporcionando un momento de paz que tanto necesitaba.

Al sumergirme en la bañera, cerré los ojos y dejé que el agua caliente y la espuma aliviara mis músculos tensos. Sin embargo, mi tranquilidad se vio interrumpida por un suave golpe en la puerta.

Abrí los ojos, sorprendida. Antes de que pudiera responder, la puerta se abrió lentamente y Hero entró, su expresión era una mezcla de deseo y conflicto.

—Hero, ¿qué haces aquí? —pregunté, mi voz temblorosa.

—No pude resistirme —dijo, acercándose lentamente—. Necesitaba verte.

Sin previo aviso, se desnudó y se metió en la bañera junto a mí. El agua caliente intensificó la tensión entre nosotros, y pude sentir su proximidad como una corriente eléctrica.

En medio de la espuma que cubría mi cuerpo, Hero apoyó sus manos en el borde de la bañera, inclinándose sobre mí y quedando entre mis piernas. El vapor humedecía su cuerpo, marcando cada parte de su abdomen atlético, con las gotas de agua deslizándose lentamente.

—No voy a tocarte si no me lo pides —dijo, su voz baja y grave, mientras sus labios se acercaban a los míos—. Pero si me tocas...

Sus ojos recorrieron mi boca y mordió sus labios, el deseo palpable en su mirada.

—¿Y si te toco, qué? —pregunté, mi voz temblorosa.

—No podré detenerme —respondió con un susurro.

Lo miré atónita, tratando de ocultar el deseo que despertaba en mí. Me quedé quieta como una estatua, consciente de las consecuencias que un momento de debilidad podría acarrear. El agua caliente aumentaba el fuego que nacía en mi cuerpo, haciéndome luchar contra la tentación de acercarme a él.

Hero observó mi lucha interna y, con una voz cargada de seducción, agregó:

—¿Y si solo te miro? —susurró, su voz como una caricia—. Si tú te das placer y yo solo observo. No hay contacto, no hay nada que rompería tus promesas.

El aire se volvió denso y mi respiración se entrecortó. La propuesta de Hero era peligrosa, un juego de límites que ponía a prueba mi resistencia.

—Pon tu mano entre tus piernas—susurró.

Tragando saliva y ya sin fuerzas para resistirme lleve mi mano a mi entre pierna.

—Porfavor... acariciate con los dedos suavemente—mientras sus ojos trataban de adivinar lo que sucedía bajo el agua detrás de la espuma.

En mis ojos me delato el deseo y el placer que me estaba provocando mientras mi respiración era cada vez más fuerte y no podía evitar soltar gemidos. Las venas se marcaban en sus brazos y sus músculos se tensaban.

—Cuánto te deseo Selena... me vuelves loco.

Antes de alcanzar el éxtasis, un sentimiento repentino de arrepentimiento se apoderó de mí y me detuve abruptamente. Lo miré con una expresión cargada de preocupación.

—Lo siento.—dijo antes de salir del baño, dejándome sola con mis pensamientos y el eco de su presencia.

Mientras el agua caliente seguía envolviéndome, cerré los ojos y respiré hondo, tratando de recuperar la calma. Y en mi mente me replanteaba que la línea entre el deseo y la razón seguía siendo peligrosamente delgada.

Los pensamientos de culpa y angustia me perseguían, y el mero hecho de sentir el más mínimo deseo por alguien más me hacía sentir desleal a mis principios. No podía dejar de pensar en lo que había sucedido aquel día y no quería permitirme sentir nada de lo que pudiera arrepentirme. Me mantuve cerca de Evelyn para no ser sorprendida nuevamente y para evitar que su encanto venenoso me sedujera.

Aún me resultaba difícil comprender lo que estaba viviendo y cómo las sombras del pasado seguían persiguiéndome como una condena ineludible. Nunca habría imaginado que alguien con la belleza etérea de un ángel podría incitarme a cometer el peor de los pecados. Sus ojos, oscuros como un abismo insondable, te seducían a saltar y perderte en su profunda oscuridad si los contemplabas demasiado tiempo.

ShadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora