cap 27 - Simple pecador

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La fiesta continuaba y el palacio brillaba en celebración. Lucifer, después de haber bailado con su adorada hija, le entregó su regalo: dos adorables corderitos demoníacos a los que la princesita nombró Danzel y Ranzel.

Todo iba sobre ruedas mientras las horas pasaban y, entrada la madrugada, la pequeña Charlie no pudo resistir más el sueño, así que le pidió a su papá Lucifer que la llevara a dormir.

_ De acuerdo, manzanita, vamos a llevarte a tu habitación _ sonrió Lucifer mientras sostenía a su hija en brazos y la llevaba a su habitación.

Alastor observó de reojo cómo su esposo salía del salón con su hija en brazos.

La celebración llegaría a su fin en unas pocas horas. Suspiró con una amplia sonrisa en los labios mientras caminaba por el salón, saludando a algunos miembros de la familia goetia y entablando una breve conversación con el pecado de la pereza.

_ Soberano Alastor _  pensó que esa voz no la volvería a escuchar en el resto de la noche.

_ Vox _ mencionó su nombre con desdén y sin ningún interés. _ ¿Qué se te ofrece?

_Oh, solo deseo un poco de su tiempo en privado_, sonrió para dar a conocer sus intenciones.

_No puedo aceptar tu petición. No me reúno con ningún overlord a menos que sea estrictamente importante_ respondió Alastor, deseando retirarse.

_No me malinterpretes, solo quiero dialogar sobre algo que estoy seguro te interesará_ insistió.

_Comunícate con Husk y agendaré una cita conmigo_ añadió mientras se retiraba. No soportaría hablar un segundo más con él.

Como gobernante, no podía darse el lujo de armar un escándalo en la fiesta de su propia hija.

Había aprendido a ser más tolerante en estas situaciones. Antiguamente, no le hubiera importado darle un buen golpe a ese overlord, pero no podía perder la compostura.

Lucifer ya había dejado a Charlie dormida en su habitación y regresó al salón por su esposo para ir a dormir juntos y dar por terminada la celebración.

Sin embargo, lo que vio no le gustó. Sus cuernos crecieron y su aura de serpiente con la manzana en medio se manifestaron, al igual que sus alas y cola.

Ese pecador estaba tocando y abrazando el brazo de su esposo. ¿Acaso no conocía su lugar? Su ira crecía, formando un calor intenso dentro de él.

Muy pocas veces en su eterna vida había sentido esta creciente llama de querer asesinar y destruir a una simple alma pecadora.

El aire se tensó y los demonios de bajo nivel presentes sintieron terror por la energía que se manifestaba en todo el salón.

Los pecados capitales se pusieron en alerta al sentir una aterradora aura de Lucifer, algo que no percibían desde hace varios siglos. Estaban seguros de que quien fuera responsable de tratar con él no saldría ileso.

Alastor sintió la potente energía de su esposo y su sonrisa se amplió. Desde que conoció a su querido "cielito", había podido sentir su presencia imponente y poderosa, algo que simplemente lo estimulaba.

Lucifer nunca desprendía su aura amenazante cuando estaba con él, prefiriendo mostrarse más seductor y apacible.

Aunque solo era un deseo que rondaba su mente, quería ver a su esposo en acción ante un insignificante ser.

El segundo gobernante después de la historia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora