Empreintes ➳ SKZ{HYUNIN} [FINALIZADA]✔️

7.

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Sábado y domingo pasó dándole la bienvenida al lunes.

El día que muchos odiaban, sin una razón en específico.

Día que daba comienzo a la semana y los deberes que esta traía, como el trabajo. A pesar de ser un día cargado para muchos, para Jeongin no lo era. Era el día que al fin tenía una excusa para salir de su casa. Se la pasó todo el fin de semana encerrado, viendo programas de televisión y comiendo helado. No dudaba que hubiera ganado algunas libras. No podía faltar añadir la gran incógnita que florecía en su interior y se hacía más abundante en su cabeza. ¿De verdad había estado en la casa de su vecino? Quería creer que no estaba loco, pero había amanecido en su cama. Odiaba el hecho de que su memoria no le ayuda ni colabora aunque fuera un poco.

Su trabajo de espiar por la ventana no lo había abandonado ni un segundo. Esta investigación, que él mismo se había propuesto, dio con la conclusión de que Hyunjin—comenzaba a gustarle ese nombre, causaba una sensación extraña en su cuerpo—, no había estado esos dos días en su casa. Como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Las dudas y preguntas desbordaban el órgano que utilizaba para pensar.

No quería ser grosero, pero... ¿Dónde carajos se había metido? Como si un agujero negro se lo hubiera tragado.

Tampoco vio su auto en la mañana cuando tomaba rumbo a su trabajo. Todo le estaba comenzando a ser estúpidamente sospechoso. ¿Por qué no pasaba los fines de semana en su casa? ¿Acaso era una costumbre? ¿Tendría acostumbrado a ir a un lugar en específico? Por más que no lo quisiera, el asunto se le estaba saliendo de las manos y sus capacidades como inspector privado estaban quedando nulas. ¿Y si secuestraba a una de sus víctimas y se la llevaba a un lugar desconocido y allí la asesinaba? Tenía que dejar de pensar en su vecino como un asesino o violador.

—Disculpe.

Tenía que dejar de pensar específicamente en él porque habían derramado café negro y sin azúcar en su ropa que traía el señor de mala cara y parecía odiar al mundo. También le faltaba algo de cabello en la cabeza. Parecían un espantapájaros.

—Los jóvenes hoy día no saben hacer las cosas bien —se quejó éste con su voz áspera. Resultó ser un viejo gruñon, que le quedaban migajas de pan en la barba.

—Le traeré otro café, no se preocupe —hizo una reverencia mientras limpiaba lo que se había derramado en el suelo con unas servilletas. Eran más las ganas de tirarle el poco café que quedaba en el vaso de cartón que traerle otro, pero había sido su culpa, después de todo.

—No te molestes, ya me iba —lo vio ponerse de pie y marcharse con mala cara. Cerró los ojos reuniendo paciencia hasta que ya no escuchó sus pasos y supo que el señor había salido. ¿Qué le pasa a la gente hoy en día? No toleran un accidente. ¿Quién se creía para tratarle de esa manera?

Resopló y agarró más servilletas.

Su día había comenzado bien, no permitiría que esto lo arruinara.

—Piensa en unicornios, Jeongin.

Sacó su celular del bolsillo de su uniforme cuando este vibró y se dirigió a la bandeja de mensajes, esperanzado. ¿Su padre al fin habría respondido a todos sus textos? Eran como unos cincuenta mensajes, solo contando los de la semana que había pasado. Sus hombros cayeron desesperanzados y las comisuras de sus labios se curvaron hacia abajo al no ver nada por parte del hombre, solo un mensaje anunciando que su plan telefónico expira en cinco días. ¿Qué le importaba? Solo quería que su padre, aunque sea, le mandara un emoji de una carita feliz indicando con esto que estaba bien. ¿Acaso era mucho pedir? Le vino algo muy estúpido a la cabeza. ¿Su padre no sabría usar un celular? ¿No sabía cómo enviar un texto y presionar el botón verde cuando alguien lo llamaba? Estúpido pero no muy lejos de la realidad. Su padre rondaba los cincuenta, pero estaba bastante capacitado en el área de la tecnología. Y con los negocios en los que andaba dudaba que no supiera usar un celular o una computadora.