13.

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Se le había hecho un poco tarde en salir del hospital.

Siempre se quedaba cuando había algo extra por hacer. Solo con la excusa de no estar en la soledad de su hogar, era muy deprimente. Recolectó todas sus pertenencias y cerró el compartimento de metal encaminando sus pies a la salida. Ya el sol había caído y con ello se habían acabado las paradas del bus a su zona. ¡Genial! No le quedaba otra que caminar, peor para sus pies adoloridos.

—¿Vas a casa? —se giró en cuanto escuchó esa voz que ya conocía. Un calor se extendió por su pecho y una pequeña sonrisa se asomó a su rostro.

—¿Qué haces aquí? —colocó un mechón de cabello rojizo tras su oreja que el viento había despeinado. Cautelosamente, se acercó a él, que yacía recargado en su auto con aires despreocupados. ¿No tendría frío aquí afuera?

—Solo pasaba y vi que salías —contestó, encogiéndose de hombros. Hoy se veía algo diferente y no sabía qué era. ¿Se había hecho un corte de cabello? ¿O quizás el color de su ropa?

—¿Quieres algo para cenar? Podemos ir a un Café que queda cerca —señaló hacia atrás con el pulgar—. No te preocupes, irá por mi cuenta.

—Estoy bien, gracias —le había dicho gracias, por primera vez. Eso hizo más grande su sonrisa. Apretó sus labios para no parecer un psicópata sonriendo y jugó con sus dedos. Ya le entraba lo de adolescente al ver a su amor platónico. Justamente cuando iba a decir algo, Hyunjin habló—. ¿Te llevo a casa?

Se quedó congelado en su lugar.

Sí había recordado lo que había prometido.

Su corazón se alegró.

—Claro, ¿por qué no? —asintió con su cabeza.

—Vamos —hizo un ademán de que subiera al auto y lo rodeó hasta llegar al lado del conductor.

Jeongin se apresuró y tomó asiento. El interior seguía oliendo a su aroma. No sabía porque le agradaba tanto su esencia a chocolate y café amargo molido, ya que odiaba las cosas amargas.

Silencio.

La verdad ya no le molestaba, le estaba comenzando a resultar cómodo. Él no era de muchas palabras, lo había aprendido. Jeongin hablaba demasiado, tenía conocimiento de esto. Y trataba de contenerse muchas veces, pero esta vez no pudo.

—¿Qué haces los fines de semana?

—¿Qué?

—Me refiero a que siempre tienes algo que hacer y nunca te encuentras en tu casa.

—Ah, te refieres a eso —no había volteado ni una sola vez a mirarlo. Mantenía su vista en el camino y conducía relajado, como la vez que fueron de compras. Permaneció en silencio dejándolo con la duda si contestaría o no—. ¿Tienes hermanos?

Le cambiaba el tema, ¿por qué?

—No. Bueno, en realidad no sé. No sé muchas cosas de mi vida —murmuró la última oración y volteó a la ventana. Sintiendo vergüenza momentánea por ese dato.

—Yo no tengo hermanos, pero sí una prima —se interesó por eso y lo miró de reojo—. Estuvo en mi casa ayer.

¿Por qué las ganas de hablar de repente? Un milagro del cielo.

—¿Oh, sí? —Luego recordó a la mujer de ayer. ¿Y si era ella? ¿Era su prima y no su pareja? Qué estúpido era, ¿por qué suponía las cosas tan rápido?

—Sí.

—Suena maravilloso —dejó salir una risa baja, algo nervioso. Estiró las arrugas de su uniforme y volvió a mirar por la ventana.

Empreintes ➳ SKZ{HYUNIN} [FINALIZADA]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora