Paso la barra de carmín rojo por mis labios y me observo frente al espejo. El resultado es más que satisfactorio, pero no puedo evitar dejar salir un largo y roto suspiro.¿Es un suspiro de tristeza? ¿De pesar? Sé que, tras tres años sin verle, esos sentimientos han ido matizándose, disipándose como la niebla al amanecer y ya sólo me queda el sentimiento de resignación.
Resignación ante la realidad de qué, a pesar de lo que se dice, el amor no puede con todo.
El amor no puede contra la violencia, contra el crimen organizado y menos contra la realidad de que soy una agente de policía y el hombre que amo, el delincuente más peligroso de Tokyo.
Ren dijo que no podía prometerme nada, pero sí juró intentar encontrar la manera de poder estar juntos, y cuando dos meses después de su promesa se desató en Tokyo una ola de violencia sin precedentes y el nombre de los Keitani se oía en cada tiroteo, en cada incendio, en cada masacre y en cada intercambio de armas y drogas, supe que él se había rendido.
Fueron tiempos convulsos para todo el departamento de policía, todos los días había altercados, asesinatos... Las calles de Tokyo ardían en enfrentamientos de bandas rivales y los hermanos Keitani estaban implicados en cada uno de ellos. El dirigente de Kendo pasó a ser uno de los capos de la mafia y se convirtió en el hombre más buscado de Japón.
Su hermano menor Randy se convirtió en su mano derecha y Ren Keitani se reveló como un líder sádico e impecable, su banda criminal estaba implicada en cualquier actividad ilegal que acontecía en la ciudad.
Sólo había dos ocupaciones veladas para Kendo y su nuevo capo: Menores y abuso a mujeres.
La nueva Kendo les protege a ambos, hoy por hoy Tokyo es la ciudad con menos violaciones de todo el mundo, y la violencia y abuso contra menores ha bajado un 80% en estos últimos tres años.
Tal y como intuí, Ren Keitani acabó convirtiéndose en el ángel de las tinieblas de la mafia de Tokyo.
Las primeras semanas tras mi salida del ático de Ren fueron para mí muy difíciles, tanto que, en un gesto de debilidad y desesperación por amor a ese hombre, me presenté en el hotel dónde reside, y utilicé la tarjeta que aún guardaba en mi bolso para usar el ascensor que me llevaría al ático del mayor de los Keitani.
Necesitaba verle, necesitaba abrazarle; gemir entre sus brazos y oírle prometerme que no pensaba rendirse.
Las puertas del ascensor se abrieron y no pude evitar sonreír al oír de nueva una música de fondo inundando mis oídos, esta vez era Miley Cyrus y su Flowers la que resonaba en el exclusivo ático. Observé el enorme salón buscando la imponente y alta figura de Ren, pero no se le veía por ninguna parte.
Decidí que debido a lo temprano que era (mi reloj apenas marcaba las nueve de la mañana) y lo aficionado a dormir que era Ren, quizás se encontraba en el dormitorio. Avancé por el pasillo y abrí la puerta, tuve que ahogar un gemido de estupor al ver reflejados en el espejo del enorme dormitorio dos cuerpos desnudos enredados entre las negras sabanas de seda.
Ren se encontraba debajo, el escultural cuerpo de una rubia estaba encima de él y lo montaba con suaves y sensuales movimientos. Él no se percató de mi presencia, por suerte el cuerpo de la mujer tapaba su rostro y su campo de visión, sí pude observar el enorme tatuaje que decoraba el lado izquierdo de su torso. La chica comenzó a gemir con más fuerza y aceleró sus movimientos. La realidad de que estaban a punto de llegar al clímax y podían percatarse de mi presencia me sacó de mi estupor y de manera mecánica y, casi en estado de shock, salí del dormitorio y crucé el pasillo con rapidez.
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El pecado de amar a tu enemigo
RomanceSoy la detective especial Umi Maeda, más conocida como agente "M". He dedicado mi carrera policial y mi vida adulta a perseguir y luchar contra el crimen organizado y las bandas criminales de Tokio. Él es Ren Keitani, el hombre más fascinante y car...