#8 Reencuentro

36 8 1
                                    

Tres años

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tres años.

Han pasado tres años y sigue dejándome sin aliento.

Ren continúa vistiendo de forma impecable y perfecta, esta vez lleva un traje Versace color azul oscuro, la camisa es negra y su hermoso cabello azabache conjunta de manera majestuosa y perfecta con el tono opaco de su outfit.

Mierda, aún es más impresionante e insuperable de lo que recordaba.

Mi pulso se acelera y todo el nerviosismo vuelve de golpe al contemplarle.

Él permanece impasible, tan alto, elegante e imponente como siempre. Se recuesta en la columna cruzándose de brazos sin dejar de mirarme, sólo el peligroso brillo en sus hermosos ojos verdes parece mostrar cierta emoción.

Nos observamos por segundos, veo como su mirada recorre mi rostro con atención y juro que soy capaz de discernir como sus ojos se oscurecen varios tonos.

Su penetrante y profunda mirada estremece todo mi ser como antaño.

Estoy perdida.

Sé que la sombra de Ren Keitani va a volver a engullirme por completo como no reaccione.

He de salir del embrujo de su mirada, del hechizo de su presencia.

Me percato de que tiene los nudillos de la mano derecha manchados de sangre, también muestra varias salpicaduras carmesíes en su hermoso rostro.

¿Cómo es posible que el hombre más buscado de todo Japón se encuentre manchado de sangre en un evento oficial del departamento de policía, con los políticos y personalidades más importantes del país y nadie lo detenga?

Ren se separa de la columna y avanza hasta mi posición con andar pausado, mis ojos se entrecierren con desconcierto al verle unir sus palmas y aplaudir de manera falsa y deliberadamente lenta.

Le observo caminar sin dejar de aplaudir, hasta su manera de andar me fascina.

¿Por qué demonios está aplaudiendo?

—Bravo... —Su voz potente y retorcidamente sexy me saca de mis pensamientos—. Parece que la agente "M" acaba de comprometerse frente a todo Tokyo —comenta sin dejar de aplaudir dejando salir una sonrisa tan peligrosa como imponente, yo le miro con enojo, recordando su traición con la rubia del ático.—. ¿Tengo que felicitarte? —pregunta burlón.

—Puedes hacer lo que quieras. Siendo sincera, me da igual —respondo alzando mi rostro con orgullo, él me observa con intensidad—. Lo cierto es que aún no he aceptado —explico con tranquilidad—. Pero, ¿qué si lo hago? —cuestiono en tono desafiante, sus ojos destellan con ira al oírme.

—No me cabrees más, M —avisa—. Te juro que hoy me tienes al límite. Acabo de destrozar a golpes a un imbécil que ha osado pedirme una acreditación cuando venía a buscarte, será mejor que midas tus palabras si no quieres que toda esta puta pantomima de gala acabe en un jodido baño de sangre —el tono de su voz me hace comprender que no está mintiendo, pero jamás me he dejado coaccionar por amenazas.

El pecado de amar a tu enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora