#26 Impasse

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**Burakamin: Término japonés para designar la casta más baja de la sociedad nipona, formada por personas inferiores al resto debido a sus orígenes o empleos impuros. Según las leyes actuales, la discriminación hacía los Burakamin o sus familias es ilegal, pero siguen siendo considerados seres inferiores por la mayor parte de la sociedad japonesa.

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Ren deja salir un largo suspiro y yo me aferro más fuerte a su torso desnudo abrumada por todo lo que acaba de confesarme. Ambos seguimos tumbados en la cama y él lleva más de dos horas narrándome ese trágico pasado que lo marcó para siempre.

—Lo que viene ahora es algo bastante difícil de explicar para mí —confiesa con otro roto suspiro, veo como su mandíbula se tensa, y alzo más la mirada para posarla en su perfecto rostro mientras tomo su mano que reposa en mi cintura y la aprieto asintiendo. Sé que se refiere a la muerte de su madre y al posterior ingreso de él y su hermano en el orfanato, dónde acabó asesinando al director, finalizando con ambos en el correccional.

—Leí tu informe en el centro de menores... —reconozco en un intento de hacerle entender que, conozco levemente los horribles sucesos que van a acontecer en su historia.

Él baja la mirada y alza una ceja burlón, maldita sea, me encanta ese gesto tan arrogante como provocativo.

—¿La incorruptible agente "M" ha leído un expediente de un caso que no tiene asignado? —Se burla divertido, yo no puedo evitar darle un suave codazo y él ríe con una ronca carcajada que me sacude entera, a pesar de su sincera risa, veo un leve destello de tristeza en sus hermosos ojos

—Cayó en mis manos por casualidad —me defiendo incorporándome levemente para quedar a su altura y poder abrazarle, la sábana con la que me cubro cae hasta mi cintura dejando mis pechos al descubierto, Ren me observa con detenimiento, dedicándome esa mirada de admiración que sólo él es capaz de regalarme, no obstante, acaba por dirigir de nuevo su atención a mi rostro y abre los brazos para que me acomode sobre su fuerte torso.

—¿Leíste el informe psiquiátrico? —cuestiona de manera ambigua, yo asiento.

—Sí, recuerdo que fue el día después de la muerte de varios de mis compañeros, la madrugada de la noche en que nos reencontramos en el Ayuntamiento —aclaro—. Tú y Kendo fuisteis señalados como los responsables... —Busco su mirada con la mía y dejo salir un triste suspiro cuando él me observa—. Ren, confieso que en ese momento te odié y maldije el haberme enamorado de ti —reconozco con tristeza, él asiente y gruñe por lo bajo, me da un suave beso en la coronilla y se incorpora levemente.

—Necesito un cigarro —murmura dejando salir un largo suspiro, yo asiento y me aparto de él, entendiendo que quizás necesita espacio y le ha molestado mi afirmación.

—No estoy cabreado contigo, Umi —aclara dándome un suave beso, supongo que mi cara debe ser un poema—. Es sólo que al recordar la muerte de mi madre y todo lo que ocurrió en ese tiempo me ha afectado un poco y... —Su mirada se oscurece y su mandíbula se tensa—... luego he rememorado el momento en el que te vi, después de tres años, entrando a esa jodida gala de la mano de Takura Onobi... —Ren se ha puesto los boxers y ya se encuentra de pie enfrente de mí—... Ni te imaginas la de barbaridades que se me ocurrieron hacer esa noche en el Ayuntamiento... —murmura casi para si dirigiéndose a la terraza de la cabaña.

Yo permanezco en la cama observando como camina con ese andar tan parecido al de un felino, aún estoy asimilando toda la información que Ren ha compartido conmigo y no sé bien si debo darle espacio o acercarme a él y mostrarle mi apoyo.

Tal y como intuía, la infancia de Ren fue muy complicada, pero ni de lejos me imaginaba que hubiera sido tan dura y difícil... Tras conocer su pasado, aún le admiro más, sobre todo porque empiezo a intuir que, por cumplir esa promesa, se está condenando de cara al mundo y a la sociedad: Hoy por hoy, no hay hombre más odiado (ni famoso) en toda Japón.

El pecado de amar a tu enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora