#13 Revelaciones

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Un fuerte y estridente sonido resuena en mis oídos despertándome de golpe. Abro los ojos y veo a Takura llevarse al oído su teléfono.

—Buenos días —responde en tono serio y profesional al aparato—. Sí —afirma, veo su espalda tensarse—. Dios mío... —suspira con preocupación, yo no puedo evitar inquietarme al oír su tono de voz—. En diez minutos estaré en la comisaría —se despide con tristeza.

Mi compañero cuelga la llamada, suelta el aparato sobre la mesa auxiliar y deja salir un suspiro de preocupación a la vez que posiciona sus manos sobre las sienes.

Aunque está de espaldas a mí, se le ve abatido y tenso. No puedo evitar posicionar mi mano con cariño sobre su hombro y preguntar:

—Takura, ¿Te encuentras bien? —Él se voltea y me dedica una bonita, pero triste sonrisa.

—Umi, mi amor —me saluda cabizbajo—. Lamento haberte despertado, preciosa —se disculpa acariciándome la mejilla, yo no puedo evitar sentir una enorme ternura ante la preocupación que siempre muestra hacia mí.

—No te preocupes por eso —respondo con rapidez, él asiente sin dejar de acariciar mi mejilla mirándome como si fuera lo más bello que ha contemplado jamás—. ¿Qué ha ocurrido? —pregunto intentando borrar de mi mente la culpabilidad que me embarga al recordar mi actitud de anoche.

Takura deja salir un roto suspiro y posa sus bonitos ojos celestes en mí.

—Anoche fueron asesinados cinco policías de la comisaria —explica, mi corazón se salta un latido al oírle. —Fueron víctimas de una emboscada mientras investigaban un posible intercambio de drogas en el puerto. —Mis ojos se cierran con dolor—. Creo que conocías a varios de ellos —comenta Takura posando su mano sobre la mía en un gesto de apoyo, luego deja salir un gruñido de enojo—. Parece que es cosa de Ren Keitani y de Kendo, su organización criminal. —Sus ojos destellan con odio al nombrar al mayor de los Keitani.

Siento como me falta el aire y agradezco estar sentada pues la realidad de lo que supone la afirmación de Takura es tan dura para mí, que temo no ser capaz de guardar la compostura.

Las palabras pronunciadas por Ren en el baño del Ayuntamiento resuenan en mis oídos:

«La policía de Tokyo va a sufrir una purga en los próximos meses»

Al instante vuelve a mi mente el comentario del esbirro de la cicatriz en el local de copas:

«Jefe... Ha comenzado»

—¿A qué hora ocurrió? —pregunto con rapidez.

Takura me mira sorprendido, pero enseguida responde.

—Su misión comenzaba a las 4:00 am en el puerto —explica, la angustia me invade al oírle—. La emboscada y el posterior tiroteo se iniciaría entre las 4:30 y las 5:00...

Las palabras de Takura me confirman que la hora de la emboscada coincide con la apresurada salida de Ren y su grupo criminal del local.

Cierro los ojos con pesar.

Todo encaja de una manera dolorosamente perfecta.

—Tengo que irme —me dice Takura dándome un suave beso—. Me esperan en la comisaría, hoy va a ser un día complicado... —comenta poniéndose en pie para abandonar el dormitorio—. Es muy temprano y hoy es tu día libre —avisa—, intenta dormir un poco más, Umi.

Yo asiento aún en estado de shock, me despido y miro mi reloj, no son ni las nueve de la mañana.

Me tiro sobre el colchón en un gesto de derrota.

El pecado de amar a tu enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora