El dirigente de Kendo me mira de una manera que no acierto a descifrar, pero se mantiene en silencio sin pronunciar palabra alguna y yo sigo con mi confesión.
—La última vez que estuvimos juntos... Recuerdo que desperté y te vi dormido a mi lado, tu brazo rodeaba mi cintura y sentí como algo en mí se estremecía al mirarte, Ren —reconozco con sinceridad—. Fue en ese momento en el que me di cuenta, pero creo que me enamoré de ti mucho antes...
El silencio domina por unos segundos la estancia, él deja salir un largo suspiro de rendición. Noto como su mandíbula se tensa hasta que, finalmente su voz fuerte y retorcidamente sexy irrumpe en el ático.
—En mi caso, llevo más tiempo enamorado de ti de lo que me gustaría reconocer—confiesa sin apartar su mirada del techo, se le ve tan sexy en esa posición que siento de nuevo ese estremecimiento en mi ser al observarle—. Pero me negaba esa realidad una y otra vez porque sabía que no podía ofrecerte nada... —Suspira y baja su rostro e inclina la cabeza para mirarme—. Supongo que decidiste que era mejor alejarte al tratarse de alguien como yo... —No puedo hacer otra cosa que asentir ante su afirmación.
—Sí —confirmo—. Al darme cuenta de mis sentimientos, escapé como una cobarde temiendo todo lo que conllevaba enamorarme de Ren Keitani... —confieso, él asiente—. Cómo ves, no soy tan valiente cómo crees... —matizo.
Ren se separa del cristal y se sitúa frente a mí, sus profundos y hermosos ojos verdes me observan con detenimiento, niega y finalmente dice:
—A la mierda, "M" —afirma con decisión, pegando su cuerpo al mío a la vez que pone mi espalda contra el cristal—. A la mierda con el destino que se ríe de nosotros, a la mierda con cupido y la putada de habernos enamorado. —Agarra el vestido y me lo quita de las manos para dejarme desnuda ante él—. Sé que algo entre tú y yo es casi imposible, pero ambos nos merecemos por lo menos una última noche inolvidable en brazos del otro. —Sus ojos recorren mi cuerpo desnudo con hambre y descaro—. Si tú no te hubieras enamorado, hubiera seguido con esto, pero ya te dije que jamás te he dañado y no pienso hacerlo —Mis ojos se empañan en lágrimas al oírle—, sólo dame esta noche agente "M" y te prometo que desapareceré de tu vida...
Yo alzo los brazos y los paso por el cuello de Ren para poder abrazarle.
—No quiero que desaparezcas... —confieso en un roto sollozo, él me estrecha contra su fuerte pecho y suspira.
—Lo sé —responde con voz rota—, pero tal y como percibiste hace cinco meses, hoy por hoy, si me amas, no es posible. No tengo nada que ofrecerte. —Posa sus manos en ambos lados de mi cara y alza mi rostro para que le mire—. Voy a seguir velando por ti cada día, voy a protegerte de cualquiera que intente dañarte, pero no puedo ser el hombre que te mereces y por eso debo dejarte ir...
Las lágrimas ya caen por mis mejillas y soy incapaz de frenar esa tristeza que me golpea con cada palabra de Ren, sé que tiene razón, no hay manera de que pueda compartir mi vida con él. Me dan ganas de reír con sarcasmo al imaginarme mi cara al presentarle a Ren a mis padres, a mis compañeros de trabajo... Es imposible.
—Lo sé —confirmo con el corazón roto, él asiente sin dejar de mirarme mientras limpia las lágrimas de mis mejillas.
—Dame sólo esta noche...
Yo asiento y Ren une con pasión sus labios contra los míos. Su beso es apresurado, casi desesperado. Yo agarro con determinación su nuca y noto como Ren se quita la camisa y pega su pecho contra el mío. Mi piel arde ante su contacto, mi corazón late desbocado cuando vuelve a unir nuestros labios y cuela su lengua en mi boca buscando con avidez la mía.
Una de sus manos presiona mi pecho desnudo y yo gimo con fuerza contra su boca.
No sé si es porque ambos sabemos que está será nuestra última noche juntos, pero estamos desesperados.

ESTÁS LEYENDO
El pecado de amar a tu enemigo
RomanceUna detective integra e incorruptible. Un alto mando criminal decidido a conseguir la hegemonía de la ciudad. Un trato capaz de unirles. Una atracción desmedida. Un amor prohibido. ¿Será ella capaz de cambiar sus convicciones? ¿Puede alguien condena...