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En la sala de un hospital yacía una joven pareja. John Timberlake quien entonces tenía 27 años y Sara Brown de 24 años, la cuál estaba apunto de dar a luz.

Se encontraba recostada en una camilla dentro de una pequeña habitación, sentía que el aire acondicionado quemaba su cuerpo y se retorcía debido al dolor que le probocaban las contracciones, sin embargo, tenía que esperar un poco más pues la dilatación aún no era suficiente. Su esposo permanecía a su lado, Sara le había pedido que entrara con ella, le proporcionaba caricias y palabras que conseguían tranquilizarla un poco.

-John, ¿Cuánto más tengo que esperar? -expresó con lágrimas en sus ojos.

-Aguanta un poco más cielo, lo estás haciendo bien- se le veía muy cansada, su respiración era lenta y pesada. -Ahora vuelo.

Salió de la habitación para buscar ayuda, su esposa no estaba bien y no se mantendría de brazos cruzados.

-¡Doctor! -Gritó llamando la atención del hombre que los atendía anteriormente.

-¿Señor Timberlake?

-Por favor, mi esposa no se ve bien y no sé cuánto tiempo más soportará en su estado- su rostro desbordaba preocupación, no podía controlar sus manos, se crujía los dedos con insistencia provocando un sonido hueco.

Caminaron de prisa hacia la habitación. Al llegar la joven estaba casi inconsciente, desvariaba con la mirada perdida en el techo.

-Señor Timberlake, necesito que la mantenga despierta, de lo contrario ninguno sobrevivirá.

Las palabras desgarraron su corazón, el terror se asentó en cada parte de ser, erizando su piel. Tomó aire y se acercó a ella con las piernas temblorosas.

-Sara, mi amor- apretó su mano con fuerza, tratando de que prestara atención a su voz y su tacto.

-Señora Brown, ¿Me escucha? ¡Señora Brown! Necesito su ayuda, su bebé ya viene.

Sara sintió cómo su cuerpo comenzaba a quebrarse. Poco a poco, eso le devolvió la conciencia.

-Así cariño- dijo su esposo, quien la sujetaba por la espalda pues estaba muy débil y no podía siquiera sostenerse.

-Un poco más... Falta poco.... Siga así señora Brown.

Después de un largo periodo de parto el sonido del llanto resonó en la habitación. John alzó la mirada mientras el miedo se disipaba en su interior, su corazón dio un salto al ver como el médico partero limpiaba con delicadeza a su bebé.

-Felicidades, es un varón.

John tomó al pequeño entre sus brazos, al instante lágrimas de felicidad botaron de sus ojos, sentía el calor de su pequeño cuerpecito, su piel parecía tan suave y delicada, como el pétalo de una flor. Instantes después el bebé fue abriendo sus ojos, tenían un hermoso color, igual a dos perlas azules.

-¡Mira cielo, tiene tus...! -la alegría de desvaneció al ver a su esposa, el pánico se apoderó de él al comprender lo que sucedía.

Sara sufría una hemorragia posparto.

-¡Rápido, está perdiendo mucha sangre! - gritó el médico, alarmando a a John.

No pudo hacer más, una enfermera lo sacó de la habitación y tomó a su bebé. John estaba en shock, ¿¡Que estaba pasando!?, observó por el cristal como su esposa recibía descargas eléctricas, una... dos... ¡tres! Cada vez con más intensidad, veía como los doctores luchaban por salvarla... De pronto dejaron de moverse, entonces John lo entendió, el amor de su vida había muerto.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora