–Por favor señor, deme un poco más de tiempo, estoy seguro que mi empresa se recuperará, solo necesito esperar un poco más.
–Tu tiempo se acabó– afirmó una voz grave a través del teléfono.
–Por favor se lo suplico, solo unos meses más.
–John, John... Supe que tienes un hijo– soltó de repente mientras reía. –Y no es cualquier muchacho…
Sus ojos se abrieron con sorpresa y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
John había tenido problemas con su empresa desde hace dos años, las ventas no eran lo requerido y en su desesperación pidió un préstamo a un hombre que conoció en uno de los eventos nacionales qué dirigía la empresa. Sin embargo, no sabía en lo que se involucraba, pues desconocía el origen y antecedentes de dicho hombre.
–No se atreva a mencionar a mi hijo– ordenó con toda la firmeza de la que era capáz.
Las risas se escucharon aún más fuertes del otro lado del teléfono. –Eso hubieras pensado antes de meterte en todo esto– dijo burlándose de él. –Te daré 3 meses, no más.
La llamada finalizó, dejando a John aturdido, no sabía si lograría reunir el dinero antes del tiempo estimado. Se dejó caer en la mesa, con sus manos cubriendo su rostro mientras una a una las lágrimas comenzaron a salir. ¿Por qué estaba pasando todo esto?, ¿Cómo es que sabían de su hijo? No podía permitir que lastimaran a su familia por culpa sus errores.
–¿Papá? –escuchó la voz de su hijo provenir desde la obscuridad de la noche. –¿Estás bien?
Rápidamente y tratando de disimular, limpió sus lágrimas y cambió su semblante.
–Hola campeón– saludo evitando el contacto visual. –¿Qué haces despierto?
–No podía dormir.
–¿La misma pesadilla? –preguntó angustiado.
–Si– susurró. –Saldré a caminar, tal vez eso me ayude.
–¡No! –lo paro en seco.
Ahora que sabían de él tenía que tener cuidado, no podía dejar que saliera solo, pero tampoco podía contarle lo que estaba pasando, no sabía lo que era correcto, solo quería salir de aquel enredo.
–¿No? –repitió confundido.
–N-no es una buena idea– su voz era titubeante. –Está lloviendo, ¿ves? –señaló hacia la ventana.
–Tienes razón, no lo había notado.
–¿Por qué no intentas volver a dormir?
Ramón suspiró. –Si creo que eso haré, gracias papá– caminó hacia las escaleras dispuesto a dormir un poco más.
–Ramón– la voz de su padre lo detuvo. –Estoy muy orgulloso de ti– expresó con ternura, sin embargo, su voz sonaba diferente, su mirada reflejaba cariño y preocupación, como si algo no estuviera bien. Ramón lo notó, pero decidió no darle mucha importancia.
Al menos por ahora.
–Gracias papá– dijo para luego desaparecer.
John lo observó con angustia. De repente la imagen de su esposa vino a su mente, como si le recordara el gran trabajo que había hecho con Ramón, eso le dio fuerza, no iba a permitir que lastimaran a su pequeño, sino que lucharía para sacar adelante su empresa.
(…)
–Poppy nos vamos en 10 minutos– aseguró su madre.
¡Por fin era el día del baile!
ESTÁS LEYENDO
Tenías que ser tú
RomancePoppy Kendrick de 16 años, una joven alegre y optimista. Ramón Timberlake de 18 años, un chico inteligente y decidido. Ambos se conocen en la preparatoria y se enamoran uno del otro, pero por cosas del destino sus caminos se separaran. Años más tard...