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Caminaba tranquilamente por el bosque, los colores vivos adornaban el lugar bañando el pasto con destellos anaranjados, el viento era fresco y los árboles emitían un sonido suave y agradable. Se sentó recargando su espalda en un árbol, admiro el cielo y las hermosas nubes que se movían cambiando de forma una y otra vez. 

De pronto escuchó una voz desconocida, una voz dulce, parecía pertenecer a una mujer. 

–Ramón.

Lo llamaron, volteo hacia la derecha el lugar de donde provenía el sonido pero no había nadie.

–Ramón.  

Giró hacia el otro lado, su respiración se aceleró a cada segundo que pasaba, su cabeza daba vueltas en busca de alguna señal. 

–¡Ramón! 

La voz ahora era más fuerte y angustiante. Miró hacia todas partes, mas no podía ver a nadie, su vista se nublaba con cada paso que daba.

Se tensó por completo al escuchar los gritos de aquella mujer, que ya no eran simples llamados, no, se trataba de un lamento profundo.  

–¡Ramón, por favor ayudame! 

Corrió lo más rápido que pudo, la voz se escuchaba cada vez más fuerte, de pronto un quejido lo paro en seco, los gritos dejaron de escucharse a su alrededor, sin embargo, un ruido lo hizo girarse, detrás de él se encontraba ls mujer, la misma que suplicaba por su ayuda, yacia en el suelo con tan solo una bata blanca cubriendo cuerpo. 

Se acercó tambaleante, el rostro de ella reflejaba dolor, su cabello era largo y castaño, su piel blanca aunque pálida… Entonces la reconoció.

¡Era su madre! 

El lugar se oscureció, el aire descendió con frialdad y los árboles se acudieron intensamente, cayó de rodillas en el suelo mientras la miraba con un nudo en su garganta.

Sara respiraba con dificultad.

Al estar examinandola, Ramón se percató de la cantidad de sangre que salía de su costado, empapando la bata bajo el intenso color carmesí.

Ramón extendió su mano y tocó su vientre, al instante se manchó las manos con la sangre de su madre, desprendia un olor metálico y el tacto era pegajoso, inevitablemente comenzó a temblar.

Enormes gotas saladas que salían de sus ojos se combinaron con la sangre en sus manos.

Entonces escuchó una voz. 

–Ramón, ¿¡pero qué hiciste!? –gritó su abuela.

Éste alzó la vista encontrándose con el rostro horrorizado de Rosiepuff.
Abrió su boca, pero las palabras no salieron, atacadas en lo más profundo de su ser, su voz lo abandonó por completo, tenía un gran nudo en la garganta, no entendía que era lo que sucedía, pero sabía que era culpa suya.

Regresó a mirar sus manos llenas de sangre, se puso en pie y retrocedió lentamente. 

–¿Hijo? –una nueva voz le llamó.

Levantó la mirada para ver a su padre, quien se encontraba de rodillas sosteniendo a su esposa en brazos. –Tú… mataste a tu madre. 

–No, yo no...

–Esto es tu culpa– gritó Rosi con recelo.

–No es verdad, y-yo, yo no tuve la culpa.

–¡Mataste a tu madre Ramón!  

La acusación de desvaneció en el aire, provocando un eco que apuñalo su corazón.

Se despertó de un solo salto con el cuerpo empapado en sudor, temblaba, su pecho subía y bajaba rápidamente a un ritmo incontrolable.

Respiró tratando de llenar sus pulmones con el frío de la madrugada, había tenido una pesadilla, la misma pesadilla que tenía desde que era un niño.

Su padre y su abuela trataban de convencerlo de que él no era el culpable de la muerte de su madre, pues son cosas que no se pueden controlar, sin embargo, su conciencia siempre lo atormentaba en sus sueños, o incluso durante el día en sus actividades cotidianas. 

Revisó la hora, las 3:19 de la mañana, sería una larga noche pues le costaría volver a dormir. 

(...)

En otro lugar, a la misma hora, se encontraban 2 jovencitas.

Luego de la escuela ambas habían ido a casa de Poppy, entre risas, comieron palomitas, hicieron pastelillos, vieron películas románticas y jugaron con almohadas.

Perdieron la noción del tiempo luego de decorarse las uñas. 

–Me encantan– dijo Poppy mientras admiraba sus uñas rosadas.

–Lo se, soy la mejor.  

Ambas rieron en voz baja, pues no querían despertar a los padres de la rosada. 

–Y, ¿Ya tienes pareja para el baile? 

–No voy a ir Poppy.

Los ojos de la rosada se abrieron con sorpresa.

–Pero es obligatorio, además si no vas le dirán a tus padres.

–Es mejor pedir perdón que pedir permiso.

–Ojalá fuera más como tú.  

–¿Cómo yo? –expresó confundida. 

–Si– asintió a modo que estiraba sus brazos. Dio un largo bostezo. –Es como si nada te preocupara.

–Simplemente hay cosas más importantes por las cuales debemos preocuparnos– se encogió de hombros. –Poppy debes disfrutar más tu vida, saltarte una clase, salir con un chico… 

–Voy a salir con Arroyin.

–No hablemos de él, no quiero arruinar mi buen humor– expresó haciendo una mueca de disgusto. –La cosa es que, debes ser un poco más… –se detuvo un segundo para encontrar la palabra adecuada. –Rebelde.

–¿Rebelde? –repitió confundida.

–Así es, es por eso que yo no iré al baile.

–Pero no puedo ir sin ti, no quiero estar sola.

–No estarás sola, aunque preferiría que fuera así y no acompañada por ese tonto.

–Por favor, necesito de tu ayuda– la tomó por los hombros y la sacudió. –Ni siquiera se como bailar.  

–¡Agh!, está bien tranquilízate, haré lo que pueda.  

–Eres la mejor– suspiro liberando el aire que contenía, de acercó más a su amiga y la atrajo a ella dándole un fuerte abrazo. 

–Si si, ya lo sé, además– la morena se apartó de ella, lo suficiente para ver su rostro. –Debo cuidarte de ese inútil.

La contraria solo negó con la cabeza.

La rosada volvió a bostezar y se dirijio a la cama.

–Estoy cansada, podemos seguir hablando mañana.

–Tienes razón, ya es muy tarde, mis papás me regañaran si me ven despierta.  

Suki rodó los ojos, pues Poppy era todo lo contrario a ella. Mientras la rosada hacia detalles y decoraciones, ella prefería mezclar buena música y disfrutar de una melodía.

Apagaron las luces e instantes después se vieron atrapadas por un profundo sueño. 
































¡Capitulo sorpresa!
Quise publicar este antes ya que está corto y además es un pequeño vistazo de lo que ocurrió en la pijamada de Poppy y suki.
❤️Que lo disfruten❤️

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora