Confusiones y acercamientos

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Poppy



Me encamino por los pasillos arrastrando los pies, abriendo paso entre la gente, a través de los rostros cansados y hambrientos.

La incertidumbre me brota como sudor entre las manos mientras le sigo el paso a un hombre alto vestido de blanco, el aire está impregnado con un olor penetrante, una mezcla de químicos y alcohol.

Al terminar de girar por un pasillo me encuentro dentro de una habitación, la luz es tenue y el silencio se asienta en cada esquina, hasta que se rompe por una voz gruesa.

–Hemos terminado con los análisis de su madre– me indica el hombre una vez que me hundo en la silla, el cuero está rasgado y el metal del respaldo me quema cuando recargo la espalda. –Al parecer el tratamiento es efectivo para su cuerpo, ha reducido las posibilidades de agravar su enfermedad, pero no debe bajar la guardia, cualquier descuido podría ser mortífero para su salud.

Las palabras me obligan a tragar saliva. Asiento, incapaz de hablar con el nudo estrujándome en la garganta.

–Cambiaremos su medicación, ya que hemos confirmado que el tratamiento anterior fue bien recibido, necesitamos aumentar la dosis– hace una pausa y comienza las anotaciones, me muevo con incomodidad sobre la silla desgastada, mis piernas no dejan de temblar, brincoteando de arriba a abajo.

El hombre desvía la vista hacia mí y entonces veo el brillo que desprenden sus pupilas, como una luz que resplandece bajo la oscuridad, una chispa de esperanza.

–Si continúa como hasta ahora, las posibilidades de mejora serán mucho mayores, no debe preocuparse señorita. Su madre se recuperará.

Una sensación de alivio me recorre por el cuerpo, sonrió tratando de contener las lágrimas, sin embargo, mi vista se nubla y no puedo evitar derramar una gota cristalina que se desliza con rapidez por mi mejilla, provocando un cosquilleo.

Tras informarme lo suficiente sobre los medicamentos que debo comprar, me dirijo hacia la sala donde me espera mamá, su sonrisa es débil cuando me encuentro ante ella, las visitas al hospital son abrumadoras pero me recibe con los brazos abiertos, envolviéndome bajo un calor confortable.

–Tengo buenas noticias– me separo, lo suficiente para ver el anhelo desbordante en su mirada. –Si continuamos con el tratamiento te recuperarás, el doctor dice que es cuestión de tiempo, pero ¡lo lograrás mamá!

Noto la confianza que le provocan mis palabras, sus labios titubean antes de sonreír, y entonces sus risas resuenan en mi pecho, sus ojos se cristalizan llenándose de lágrimas y de nuevo me encuentro bajo sus brazos, que me aprietan con fuerza.

Entre llantos y sonrisas nos marchamos hacia el auto, el silencio se apodera del camino con una calma abrasadora. Mamá mira por la ventana mientras gotas saladas siguen corriendo por su rostro, se aferran al montón de papeles que contienen los resultados de sus análisis, donde está escrita la esperanza y la fé para seguir adelante.

Mi padre nos recibe con el desayuno puesto en la mesa, un buffet de panecillos y fruta, jugo de naranja, café y unas margaritas adornando el centro, las cuales desprenden un aroma fresco y agradable.

La noticia le quebranta el corazón y se acerca a mamá proporcionando caricias y palabras reconfortantes.

<<Saldremos adelante mi amor, juntos superaremos lo que venga>>

Sus manos se encuentran con las mías compartiendo el calor, tan intenso como la primavera.

Al terminar me dedico a limpiar los platos, una sonrisa se escapa de los labios al observar por la ventana de la cocina como mis padres pasean por el jardín, sembrando flores, respirando aromas frescos y envolviendose bajo la luz del sol, disfrutando de la compañía del otro.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora