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A penas tuve tiempo para despedirme de Charity, Will y yo nos pusimos de camino a un lugar que no me quiso decir. No era una visita de negocios ni mucho menos, simplemente dijo que yo tenía que conocer a alguien. Íbamos de nuevo en coche, y una vez más conducía él. Lo único que cambió fue el modelo de vehículo a uno más discreto.

Fuimos hasta el centro de la ciudad, que no quedaba muy lejos, y aparcamos en la esquina de un cruce de calles, frente a un restaurante italiano. Will apagó el motor, se quitó el cinturón de seguridad y se quedó sentado, mientras que observaba el restaurante. Yo también me quité mi cinturón y me quedé esperando junto a él.

―¿Qué hacemos aquí, Will? ―pregunté al cabo de unos minutos, viendo que él no decía nada.

―Esperar, mi querido Barry. Esperar.

―Sí, eso ya lo veo ―respondí―. Lo que me refiero es a qué.

―No es un qué, sino un quién ―contestó él―. Walter Weasley, a él es a quien esperamos.

―Vale, ¿y tiene que ser desde el interior de un coche como un par de mafiosos?

Will se echó a reír.

―¿Prefieres unos periódicos con agujeros para los ojos?

―Prefiero no tener que vigilar a alguien ―respondí―. ¿No se supone que tienes gente que hace esto por ti?

―Por supuesto, y ya lo han hecho.

―Pero él no debe dinero, ¿no? ―Will negó con la cabeza―. ¿Entonces?

―Dime, ¿te acuerdas de Roy? El hombre del bar.

Como para olvidarlo, gracias a él comencé a descubrir lo que era Will. Asentí y dejé que continuara.

―Si haces memoria, recordarás que le dije que no solía intervenir con personas como él, ya que ellos solos encuentran su propio final ―yo volví a asentir―. Bien, pues hay casos, como es este, en los que sí que acabo interviniendo, ya que veo que tienen más suerte de la que merecen y rehúyen su final, una cita con la justicia.

―Tu justicia, quieres decir.

―Llegados a cierto punto, Barry, son lo mismo.

Pasaron unos cuantos minutos más y del restaurante no salía nadie. Yo llevaba un buen rato pensando en cómo formular cierta pregunta, con la esperanza de que Will me estuviera leyendo el pensamiento en ese momento y así evitar el mal trago, pero viendo que no era el caso, decidí hacer lo propio.

―¿Cuánto sabe Charity? ―dije sin pensar más.

―¿Cuánto sabe de qué?

―Sabes a qué me refiero, Will.

Él sonrió y contestó sin dejar de mirar hacia delante, por si Walter salía.

―Charity sabe cuanto necesita. Y, por tu bien, espero que no intentes sonsacarle nada, porque entonces habrás perdido mi confianza.

―Tranquilo, Will. Es por eso que te lo pregunto a ti ―qué mal mientes, Barry.

―Ya...

Continuamos vigilando la salida mientras que el día pasaba. Siempre que veía una escena así en una película o serie, me imaginaba en lo interesante que debía de ser eso. Estar en tensión, observando cada detalle, sin poder permitirte que se te pase nada. Pero, la realidad es, que era de lo más aburrido. Era una calle muy concurrida, por lo que podías tirarte un buen rato analizando gente si la persona que buscas está en mitad de la calle, y eso sí habría sido más entretenido. Pero no era nuestro caso, ya que nosotros esperábamos a que ese alguien saliera de un local.

Deja que el mundo ardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora