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La noche en el hospital fue rara, de las más raras que he vivido ni volveré a vivir. Por un lado mis padres habían muerto junto con la hermana de Charity; por otro ella misma, desde que llegué hasta que hizo caso, pasó un buen rato. Mientras que su hermana permanecía junto a mis padres en la morgue para que les practicaran la autopsia, ella (como era normal) se pasó las horas llorando desconsoladamente. Pasó las horas a lágrima viva mientras que no dejaba de llamar a su hermana y de pedir que volviera. Yo, mientras tanto, intenté darle mi apoyo sin éxito. Cada vez que intentaba arroparla entre mis brazos, me rehuía o se iba hacia otro lado. Llegado el momento, también pensé que, tal vez, lo mejor sería dejarla sola, pero luego se me hacía inconcebible el hecho de que pasara sola un momento así. Compartíamos dolor, lo mejor sería compartir también la carga. Pero fue inútil, me estuvo evitando en todo momento.

―Charity ―dije finalmente―. Aquí ya no hacemos nada. Deberíamos ir a casa a descansar.

―¡Déjame en paz! ―me espetó―. ¡Todo esto es culpa tuya!

―Charity, ¿pero qué estás diciendo? ―intenté calmarla.

―Si no hubieses querido salir a cenar. Si no la hubiésemos dejado con tus padres. ¡Ellie aún seguiría viva!

Comenzó a golpearme en el pecho mientras que repetía una y otra vez esa última frase. Yo le inmovilicé las manos con toda la suavidad que pude y la terminé abrazando mientras que ella volvía a estallar en llanto.

―¡Hijo de puta! ¡Ella debería seguir viva! ¡No quiero que se muera! ¡Quiero que vuelva! ¡Ellie! ―chilló contra mi pecho mientras que me daba algún que otro golpe más esporádico.

―Escucha, cielo ―le dije, besándola en la cabeza―. Mañana, los servicios funerarios, recogerán los cuerpos y los podremos velar. La casa de Will es la más espaciosa, y él mismo nos la ha ofrecido para que se celebre allí.

―No quiero celebrar nada ―dijo entre llantos.

―Vámonos a casa a descansar. Será lo mejor.

La cogí del hombro y caminamos juntos hasta el coche. Una vez en casa, Charity subió directa al cuarto de Ellie para seguir llorando hasta quedarse dormida, abrazada a todas las pertenencias de la pequeña posibles. Yo, por mi parte, no dormí en toda la noche. Ella estaba agotada, y por eso acabó por dormirse, pero yo estuve toda la noche como un búho, mirando por la ventana de nuestro cuarto mientras que pensaba en todas las maneras posibles de hacer sufrir a Colter. Ese fue el momento, el preciso instante en el que perdí la esperanza en la redención. Ese momento en el que la oscuridad se apoderó de mi interior por completo y no dejó resquicio de la luz que Will decía que veía en mí. Ya no quedaba nada, solo vacío. La única persona que aún me mantenía, ahora me odiaba, lo que complicaba más las cosas.

En más de una ocasión tuve que ir corriendo al cuarto de Ellie, porque Charity se despertaba en mitad de la noche chillando y llamando a su hermana. Gritó tanto durante toda una noche que al día siguiente, cuando organizamos el velatorio, no tenía voz para agradecer cuando le daban el pésame. Aunque, siendo sinceros, ni teniendo voz lo habría hecho. Se presentó una cantidad ingente de personas y familiares que jamás estuvieron allí para ayudarlas cuando hizo falta, pero que aparecían ahora de la nada movidas por el único hecho del morbo y de comer gratis.

Ellie fue llevada a una tumba junto a la de sus padres. Abrieron el ataúd antes de enterrarlo para que Charity y yo le pudiésemos dar un último adiós. Charity le dijo a la señora Tucker, la cual también se había pasado todo el día llorando, que ella también tenía derecho en darle un último adiós. Ella se acercó, se besó la mano y la pasó por la frente de la pequeña. Yo fui después, le di un beso en la mejilla y le dejé encima su pequeño libro de "The Lion Inside" para que lo tuviera siempre con ella, además de que no podría volver a verlo colocado en su estantería sin que un dolor punzante me atravesara el pecho.

Deja que el mundo ardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora