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Nos dispusimos de la siguiente manera en la redonda mesa del comedor: Will frente a mí, con mi padre a su izquierda y mi madre al otro lado. Cuando estuvimos todos, mi padre comenzó a servirnos a cada uno un sándwich y algo de beber. Al acabar, Will estuvo a punto de comenzar sin más, pero entonces le detuve con la mano.

―Will ―comenzó mi padre―, aquí nos gusta bendecir los alimentos antes de comer.

―Por supuesto, qué modales los míos ―se disculpó él―. ¿Sabe qué? Permítame bendecir, Charles. Si no es molestia.

―Faltaría más, hijo ―dijo mi padre, cediéndole el turno con la mano―. Por favor.

Will se aclaró la garganta, todos nos cogimos las manos y cerramos los ojos.

―Padre, bendice estos alimentos que hoy vamos a tomar. Bendice también a las personas que con tanto amor los han preparado, colma su vida de tus dones. Bendice también esta casa que hoy nos acoge, para poder darte gracias. Amén.

Todos respondimos al unísono y entonces comenzamos a comer.

―Vaya, Will ―continuó mi padre, tras el primer bocado―. Eso ha sido muy bonito, nosotros solemos ser más simples en ese sentido. ¿Eres creyente?

―Bueno, en cierto modo. En mi familia todos lo son, y mucho. De modo que siempre he recibido una educación basada en la existencia de Dios, aunque... Bueno, tengo mis momentos. Se podría decir que sí creo, pero que tengo mis discrepancias con el creador.

―Entonces, a ver si puedes meter en vereda a este jovencito ―dijo, señalándome con el pulgar.

―Papá, no empieces ―respondí con voz cansada.

―Siempre le hemos dado una educación como Dios manda pero, chico, no hay manera. Siempre con la ciencia y ese cuento de que todo es una invención.

―Bueno, Charles. No es mi intención convertir a su hijo ―entonces bajó el tono y se acercó a él con secretismo―. Pero, veré que puedo hacer.

Ambos volvieron rieron y volvieron a sus platos. Continuamos comiendo, apartando a un lado el tema religión. Mis padres hicieron las típicas preguntas: ¿Qué tiene nuestro hijo para fijarte en él? ¿Por qué una empresa prestamista? ¿Tienes pareja formal? Cientos de chorradas como esa cuya respuesta yo ya sabía. Yo y cualquiera que ojeara un periódico o una revista de vez en cuando. Will casi siempre era noticia, y no era para menos. "El hombre". Con el paso de los meses (y de vez en cuando a día de hoy) una pregunta me invadía la mente: ¿Seré algún día lo que Will o solo una sombra de su gloria? Ese miedo siempre estuvo ahí, aguardando en las sombras, esperando el momento justo como un depredador frente a su presa. Y es algo que siempre estará ahí, saber todo lo que él era en aquel momento y todo lo que sería, me hacía temer el no estar a la altura. Will lo sabía, y nunca me presionó con eso. Solía decir frases de vez en cuando como "serás un digno sucesor" o "¿lo ves, chico? Naciste para esto". Me gustaría saber cuánto de eso era verdad. Aunque, siendo objetivo, nuestra relación se basó en la honestidad y la transparencia, así qué, teniendo eso en cuenta, supongo que todo aquello era cierto.

La comida con mis padres fue, contra todo pronóstico, amena y tranquila. Will no sacó temas escabrosos y mis padres tampoco hicieron preguntas o comentarios incómodos, ni siquiera llegaron a sacar el álbum familiar, cosa que me aterraba más que no estar a la altura de Will. Cuando ya habíamos acabado y después de reposar un poco la comida, Will y yo nos dirigimos hacia la salida.

―Martha, Charles ―comenzó―. Ha sido un verdadero placer conoceros. Espero sinceramente que podamos repetir esto más a menudo.

―Por supuesto, hijo ―siguió mi padre, estrechándole la mano―. Puedes considerarte parte de la familia.

Deja que el mundo ardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora