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—¿No te ibas a casa? — dijo Jungkook sentándose a mi lado. Con un quejido como si le costara un mundo sentarse.

—¿Jungkook que haces aquí? — dije sorprendida.

—Vine a ver a mi madre. Obvio. — rió nasal.

—Pero aquí... — pausé — en la playa.

—¡Aaaah! — se rió — Eres como un imán para mí - me miró a los ojos y me sonrojé.

—¿Eh? — miré hacia el mar.

Él rió más donde notó mi nerviosismo, supongo.
—Te vi venir hacia acá. Desde allá arriba.
— apuntó tras de mí — Estaba con Jimin y te vi. Él no lo hizo. Así que vine. Es peligroso ¿Sabes?

—¿Viste a Taehyung? — dije directamente mirando sus ojos grandes.

—¡Nop! Pero supe que se vino para estos lados. Le hará bien. — dibujó algo en la arena con su índice.

—Ya estás hablando como doctor. — sonreí.

Él también rió por lo bajo.
—¿Estás bien? — preguntó al fin.

—Supongo. — solté mirando el mar.

Amaba el sonido de las olas haciendo callar mis pensamientos. Ese viento de costa, que partía mi cara. Ni mis sentimientos eran claros al ver la profundidad del océano. Aquí encontraba paz.

Jungkook y yo estuvimos hablando como una hora más y me llevó a casa. Caminando.

Al acostarme lamentablemente, solo pensé en él.

(...)

—¡Buenas tardes! ¿qué llevará? — El día nos estaba matando. Y es que así eran los sábados. Todo el mundo quería venir a la playa y pasar por un café. Todo el mundo tenía su cita aquí. En este popular café.

—Hola buenas tardes, su pedido está listo. — el diálogo de mis colegas y los míos era lo único que oía y por esa parte, me encantaba. Era como el mar. No oía nada de mis pensamientos, no me daba el tiempo.

—¿Caramelo?

—¿Sin lactosa?

—Su pedido. Muchas gracias.

—¿Nombre?

—Gracias por venir, tenga un buen día.

—¡Ah era sin crema! Lo arreglo en seguida.

—¿Leche de avena?

—¿Nombre? — dijo Saan mi colega.
—Kim Taehyung. — dijo su voz. Y sentí que todo el mundo quedó en silencio.

—Sun-jin — me repetía la chica en frente de mí, ya que me vió que detuve mi escritura en su vaso.

—¡Claro! — dije escribiendo Sunjin en el. —Gracias por venir. Disfrútalo. — solté y miré hacia el costado.

Su mirada estaba sobre mí, mientras recibía su café.
—¡Hola! — susurró.
Y el estómago se me revolvió.

(...)

—¿Qué haces aquí? — dije al rato de unos minutos.

Me senté en el patio. Era mi "pacífica" hora de colación. Y la estaba tomando para hablar con él.

—Vine por un café. — rodé los ojos.

—Ya en serio. — me crucé de brazos.

—La última vez te fuiste sin despedirte. — dijo con su mirada en mis ojos.

EL AMIGO DE MI HERMANO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora