⭑𝙷𝙴𝙻𝙴𝙽⭑
—Mamá cocinó esto —Emma pone sobre la mesa un tupper con espárragos y un pedazo de carne, que por cierto, no luce nada apetecible. —¿Quieres? —pregunta pero niego con la cabeza. —¿Entonces que vas a comer? —levanto un paquete de galletas.
—No es saludable pero apuesto a que sabe mejor que eso —sonríe, se le marcan los mismos hoyuelos que a su padre.
—No tengo dudas —frunzo el ceño ante la manera en que me mira, le correspondo la sonrisa pero desvío mi mirada. Mi teléfono suena, es Billy.
—¿Pasa algo? —cuestiona Emma.
—Es Billy, no sé qué demonios le sucede, mira —le muestro la pantalla de mi teléfono.
—Anda ve, puede ser algo importante —me sonríe nuevamente.
—Claro que no, hoy es un día pesado Emma —
—Estaré bien, duré más de tres meses haciéndome cargo sin ayuda de nadie —me guiña.
—Muchas gracias —aprieto los labios, me siento mal, ella no se merece nada de esto, ha sido tan buena conmigo.
Entro al gimnasio, el rostro de Billy refleja demasiado enojo, creo que no es nada bueno.
—No me miren así, sé que están confundidos pero cuando les explique el motivo por el cual los cité, van a entenderme —el entrenador camina de un lado a otro, miro a Chase y a JJ, ambos están igual o más confundidos que yo. —Helen, JJ, hicieron un excelente trabajo, la fachada quedó impresionante y las regaderas muy limpias, es por eso que decidí mandar a fumigar y terminar por una buena vez con la plaga de mosquitos —observo que JJ le da un ligero codazo a Chase. —Y las personas que contraté, encontraron esto en uno de los casilleros —nos muestra una mariconera color café.
—¿Y? —pregunta Chase.
—Quiero saber de quién es —nos mira a los tres con sospecha.
—No es mía —dice Chase negando con la cabeza, JJ luce muy nervioso, y no dice nada.
—¿Es tuya, JJ? —Billy entrecierra los ojos.
—No, no es mía —responde rápidamente.
—¿Tuya Helen? —
—No tengo gustos tan feos —me encojo de hombros.
—Pues que mal, aquí hay como doscientos dólares —comienza a sacar pequeñas bolsitas y las lanza al piso, JJ solo tensa la mandíbula, sé que esa mariconera es suya.
—Saben que este es un espacio seguro y por eso mismo no permitiré esta situación, no iremos a la competencia —da media vuelta y nos miramos, los tres tenemos la boca entreabierta.—No puedes hacernos esto Billy —dice JJ.
—No les estoy haciendo nada, simplemente no dejaré que me vean la cara de idiota, váyanse a sus casas —JJ se acerca a Chase y le susurra algo, este sólo palmea el rostro del rubio.
—Ni Chase ni JJ se merecen esto, ese horrible bolso es mío —los tres posan su mirada en mí.
—¿Que dices Helen? —pregunta Billy.
—Es mío —me hinco y comienzo a meter los sobres al bolsillo. —Gracias por haberme permitido ser parte de este gimnasio, lo disfruté mucho —doy media vuelta y salgo de ahí.
Obviamente esas drogas no son mías, pero JJ necesita el dinero para huir de aquí, mientras que yo, quiero pasar el resto de mi vida en Hawkins, por Edward.
Llego a casa, subo las escaleras tan rápido como me es posible y me encierro en mi habitación.
—¿Estás bien? —dice Jonathan detrás de la puerta.
—Sí... estoy cansada y quiero dormir —
—Bien, descansa —observo debajo de la puerta como su silueta desaparece poco a poco.
Me recuesto sobre mi lado derecho, observando la ventana, la luna brilla con mucha más intensidad esta noche, aparte de los atardeceres también me encanta la luna, y hasta hace poco las estrellas, pues Edward es una de ellas.
Su existencia es tan perfecta pero está tan lejos de mí, tan inalcanzable, tan inaccesible. Sé que por más que queramos estar juntos las cosas nunca podrán funcionar a nuestra manera, pero agradezco infinitamente que estén funcionando de la manera tan injusta que la vida quiere.
Un suspiro se me escapa al recordar que en un par de horas volveré a verlo.
♒︎ 𝙹𝙹 ♒︎
—¿Por qué te preocupas tanto por eso? —es la tercera vez que Chase hace la misma pregunta, le doy un trago a mi cerveza barata, la quinta de la noche, hemos estado tomando desde que salimos del gimnasio.
—Porque Hel no tiene nada que ver —golpeo con mi dedo índice el bote de aluminio.
—Hel... ya no es Helen —levanta ambas cejas mientras que yo junto las mías.
—Helen no tiene nada que ver y aún así... —miro hacía la nada.
—Aún así se echó la culpa —suelta Chase.
—Si... —
—Pues sólo queda agradecerle, no sé por qué motivo hizo tal tontería, pero te salvó el trasero —me entrega el porro que forjamos hace unos minutos.
—No voy a agradecerle —vuelvo a beber del amargo líquido.
—Como quieras JJ —responde Chase luego de rodar los ojos. —Tengo que irme a casa —
☯︎
El porro se terminó hace más de dos horas pero sigo bebiendo, mis pensamientos no se detienen, no me preocupa porque siempre han estado ahí, sin embargo desde que Helen llegó a este pueblo trajo con ella más de ellos, la diferencia es que esos no me asustan y no me hacen querer huir.
Me estoy columpiando en la hamaca vieja que vino conmigo desde Carolina del Norte, es cómoda, podría durar horas aquí, pero tengo que aprovechar que el alcohol me dio suficiente valor para querer hacerle caso a Chase.
Tomo las llaves de la camioneta y emprendo mi viaje hasta el otro lado del pueblo, con suerte podré llegar antes de que Hel se duerma.
Me estaciono frente a la casa de la vieja Rosell, es una anciana de ochenta años que tiene el carácter demasiado fuerte. Me odia desde que por error pode su rosal amarillo, lo más valioso para ella según las personas de esta calle. Espero que cuando Hel se entere de esa historia no me odie por lastimar el corazón de su vecina anciana.
Desciendo de la camioneta y avanzo un poco, aún me pregunto si es buena idea y lo es, pero mi ego e inseguridades no me permiten aceptarlo.
Veo la casa Byers, las luces de la planta baja se apagan, luego de unos minutos también las de la segunda planta, esto es una mierda, llegué tarde.
Paso mi mano por mi rostro repetidas veces, pero dejo de hacerlo al escuchar un auto, me escondo detrás de un árbol, es el auto de Edward Munson, frunzo el ceño al percatarme de que está disminuyendo la velocidad.
La ventana de una habitación de la casa Byers se abre, Hel se asoma y sonríe, segundos después comienza a salir por la ventana encontrando la manera de bajar. Estoy sonriendo por su torpeza pero dejo de hacerlo en cuanto la veo acercarse al auto negro, sube y besa los labios del Señor Munson. Segundos después, el Charger avanza hacia la dirección que te lleva a la salida del pueblo.
No puedo creer lo que acabo de ver, Hel acaba de irse con el padre de su mejor amiga, un hombre que ya tiene una perfecta vida hecha, dónde estoy seguro que no hay lugar para una chica como ella, al menos no uno asegurado.
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~ ⁿᵒ ᵒˡᵛⁱᵈᵉˢ ᵗᵒᶜᵃʳ ˡᵃ ᵉˢᵗʳᵉˡˡⁱᵗᵃ ~
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𝙰𝙼𝙰𝚁𝙴𝚂𝙲𝙴𝙽𝚃𝙴
Ficción GeneralEdward Munson tiene ahora 38 años, pero su esencia sigue siendo la misma, le gusta estar en situaciones de riesgo, como por ejemplo; entre las piernas de la mejor amiga de su hija, Helen Byers.