♒︎ 𝙹𝙹 ♒︎
Los ronquidos de Chase, más los pensamientos que noche a noche me atormentan no me permiten conciliar el sueño. Me meneo en la cama tratando de encontrar una posición que me permita descansar, y a pesar de que lo hago con cuidado, mis brazos y parte de mi abdomen me duelen ante el más mínimo movimiento.
La luz de la luna entra por la ventana, perdiéndose en la alfombra esponjosa y suave que está justo en medio de la habitación. El ambiente es fresco, aunque no lo suficiente para erizar mi piel. Helen está en la otra cama, recostada sobre su lado derecho, entre sus piernas hay una almohada, y sus pies son cubiertos por una delgada manta. Su respiración es pausada y a diferencia de Chase, no emite ningún tipo de ruido, sólo duerme, profundamente.
Frunzo el ceño y aprieto los labios ante el ardor que apareció en todo mi cuerpo al sentarme en la orilla de la cama, paso mis dedos entre mi cabello copiando la función de un peine. Me levanto despacio, intentando hacer el menor ruido posible, me acerco a la ventana y recargo mis codos en el marco sobresaliente de esta, respiro profundamente llenando mis pulmones del aire fresco que abunda allí afuera.
Aquella última acción la realicé con la intención de relajarme y dejar de lado todos esos pensamientos que contaminan mi cabeza, pero todo salió al revés, y ahora me estoy enfrentando a un bombardeo de situaciones que ni siquiera están en mis manos, que no puedo controlar y que el porcentaje de que se cumplan es muy bajo.
Pienso en lo que pasará si no gano ese premio; mi padre se pondrá furioso y la golpiza que me dará será más fuerte que todas las que he recibido durante catorce años, Evan y Tom recibirán una orden bastante clara por parte de Henry, y me buscarán hasta debajo de las piedras como un par de lobos hambrientos. Y lo peor de todo, tendré que permanecer por más tiempo en Hawkins, el pueblo en el que residen los habitantes con más prejuicios de los que hubo en Salem hace más de trescientos años.
Por otra parte, se encuentra todo lo que ocurrirá si gano ese premio, la hipoteca de la casa será liquidada, le pagaré a Henry con dólares y no con mi vida, y no le quedará de otra más que dejarme en paz, podré irme de Hawkins, dejando atrás a Chase, a sus padres y a Helen. Para el JJ de hace meses, ese sería el plan perfecto, pero para el JJ de ahora, todo lo anterior ya no le genera la misma emoción.
Doy media vuelta, y lo primero que llama mi atención es la silueta de aquella chica que llegó a sacudir los cimientos de mi persona, que cambió mi manera de percibir la vida, y que avivó un cúmulo de emociones que jamás había padecido. La llegada de Helen Byers a mi vida, sin duda fue un evento afortunado.
Mis días eran aburridos, vivía en una rutina y no tenía ilusiones, el porcentaje de sobrevivir era cada vez más bajo. Pero cuando ella llegó, todo cambió, las ganas de levantarme de la cama y ser una mejor persona aumentaron considerablemente, ahora el aire que golpea mi rostro es más satisfactorio, y las pequeñas cosas que antes ni siquiera llamaban mi atención, ahora importan, igual que cada una de las piezas de un rompecabezas.
Y es una lastima que yo no sea parte de su rompecabezas, que mi ausencia no le ocasione una punzada en el corazón como la que me doblega cuando no la tengo cerca, que la idea de imaginarme entre los brazos de alguien más no le genere un vacío en el estómago como me sucede cada vez que la veo con aquel idiota, o que imaginar que sus latidos se sincronicen con los míos no forme parte de sus sueños, como en mi caso.
Bajé la guardia, y me enamoré de Helen, la amo, como nunca creí poder amar a alguien. La amo más que a todo, más que a ese estúpido premio, más que a mi vieja camioneta, incluso más que al sueño de huir a Carolina del Norte. Helen tiene un lugar en mi corazón, el más grande y con todas las comodidades que puede haber, sin embargo, estoy seguro de que permanecerá vacío, pues debo resignarme a qué ella jamás sentirá por mí ni una cuarta parte de todo lo que yo siento por ella.
ESTÁS LEYENDO
𝙰𝙼𝙰𝚁𝙴𝚂𝙲𝙴𝙽𝚃𝙴
Ficción GeneralEdward Munson tiene ahora 38 años, pero su esencia sigue siendo la misma, le gusta estar en situaciones de riesgo, como por ejemplo; entre las piernas de la mejor amiga de su hija, Helen Byers.