𝙷𝙰𝚆𝙺𝙸𝙽𝚂, 𝙸𝙽𝙳𝙸𝙰𝙽𝙰, 𝙴𝙴.𝚄𝚄.
⭑𝙷𝙴𝙻𝙴𝙽⭑
Después de muchas horas de viaje al fin hemos llegado a Hawkins, la casa de Jonathan es muy grande y tiene un lindo jardín, parece que a su esposa le gustan las plantas ya que hay muchas de ellas.
Antes de bajar del auto tomo mi mochila, mis manos están sudando debido al alto nivel de nerviosismo que estoy experimentando pues no sé cómo me van a recibir.
—Vamos Helen, nos están esperando —dice Jonathan emocionado, asiento con la cabeza y enseguida camino por el sendero que divide el jardín.
Jonathan abre la puerta y el primero en darme la bienvenida es un delicioso aroma, es tan satisfactorio que la boca se me ha hecho agua, nunca antes me había pasado ya que solo estaba acostumbrada al horrible olor de la comida enlatada que Abigail llevaba a casa.
—¡Mierda, casi gano! —exclama el niño que está en la sala frente al televisor, reconozco los gráficos, perdió una partida de Ghost.
—Dylan, te he dicho que no digas malas palabras —ahora es una voz suave, si su intención fue reprender al hombrecito creo que el tono que usó no fue el adecuado.
—¡Llegamos! —dice Jonathan, ambos voltean hacía nuestra dirección, sus miradas recorriendo todo mi cuerpo son un poco incómodas.
—Hola linda, soy Nancy —sus ojos son hermosos. —Espero que nos podamos llevar bien —me siento tranquila, no parece ser una madrastra malvada.
—Espero lo mismo —sonrío apretando los labios.
—Soy Dylan —dice el hombrecito con evidente desagrado.
—Soy Helen —pone los ojos en blanco.
—Lo sé, mis padres hablan de ti toooodos los días —su madre lo golpea discretamente con el codo.
☯︎
La cena estuvo deliciosa pero el momento fue un poco incómodo pues Dylan no dejaba de mirarme de manera desafiante, como si yo fuera su peor enemigo.
—Voy a mostrarle su habitación —anuncia Jonathan al levantarse, Nancy le sonríe y le guiña, parece que se llevan bastante bien.
—Déjalo, yo me encargo —Nancy acaba de interrumpir mi intención de recoger mi plato, le sonrío y sigo a Jonathan.
—Esta será tu habitación —mis ojos se abren con sorpresa, es muy grande.
—Puedes decorarla como quieras, Nancy escogió la pintura, pero si no te gusta podemos cambiarla ——No, me encanta —ambos sonreímos, dejo mi mochila sobre la cama y me acerco a la ventana, la vista que tengo es hermosa.
—Helen, platiqué con Anna y me dijo que habías dejado la preparatoria —frunzo el entrecejo.
—Sí... me quedé a la mitad del curso —suelto un suspiro.
—Pero... si no te molesta me gustaría esperar hasta el próximo curso, mientras puedo conseguir un trabajo ——Bien... mañana puedo acompañarte a buscar empleo —
—No hace falta, puedo hacerlo —no quise decir algo que le doliera pero su ausencia también me orilló a hacer todo por mis propios medios, y Jonathan parece entenderlo bien.
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𝙰𝙼𝙰𝚁𝙴𝚂𝙲𝙴𝙽𝚃𝙴
BeletrieEdward Munson tiene ahora 38 años, pero su esencia sigue siendo la misma, le gusta estar en situaciones de riesgo, como por ejemplo; entre las piernas de la mejor amiga de su hija, Helen Byers.