𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟸𝟾

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⭑𝙷𝙴𝙻𝙴𝙽⭑

Le he enviado un par de mensajes a Edward pero hasta el momento, ninguno ha sido respondido. Intento convencerme de que la razón por la cual me ha ignorado es porque está ocupado con sus responsabilidades, y no porque presenció el beso asqueroso e insípido que JJ me plantó cerca de los labios.

Mi pierna izquierda lleva sacudiéndose toda la mañana, y la zona que más he acariciado ha sido mi frente. Estoy nerviosa y bastante preocupada. Me duele pensar que lastimé sus sentimientos. Me duele creer que por su cabeza se ha cruzado la idea de que jugué con él. Aunque si me diera la oportunidad y respondiera mis mensajes, le explicaría la situación, dejándole claro que todo este circo es por el bien de lo nuestro.

Para mí nunca ha sido fácil manejar mis emociones, y mucho menos las aflictivas. En estos momentos debería estar preparando helados para los niños que visitan la plaza comercial, sin embargo, preferí mentir sobre mi estado de salud y quedarme en casa. Mi teléfono está sobre la cama, con la pantalla hacia arriba, esperando que el mensaje de Edward la haga encenderse. 

Emma me ha enviado algunos mensajes preguntando si el dolor de mi estómago ha disminuido, decido ignorarlos, podría decirle que sí, que la molestia desapareció milagrosamente, pero el hecho de agregar una mentira más a la lista de todas las que le he dicho me hace sentir tan asqueada. 

Me dejo caer sobre la cama, inspiro profundamente y al mismo tiempo cierro los ojos. Me concentro en silenciar aquella voz de mi interior, la cuál me está haciendo vivir un calvario. Necesito que pare, por lo menos unos minutos...

☯︎

Abro mis ojos justo en el momento que mi teléfono comienza a sonar, reconozco el sonido, es el qué especialmente escogí para las llamadas y mensajes de Edward. Tallo mis ojos con ayuda de mis nudillos, parece que dormí una semana entera. Tomo mi móvil, me siento en posición de loto y emocionada abro el mensaje. Una sonrisa estúpida aparece en mi rostro. Y ahora sí el estómago me ha comenzado a doler a consecuencia de las mariposas que se impactan en sus paredes. Es una molestia agradable, satisfactoria, producida por un hombre que solo ha traído felicidad a mi vida desde el momento en que lo conocí. 

De un salto abandono mi cama y abro las puertas de mi armario. Mis ojos escanean toda mi ropa en busca de algo lindo para nuestro encuentro, quiero que sus ojos cafés recorran mi cuerpo con tanto deseo como solo él puede hacerlo.

Cuando al fin estoy lista bajo las escaleras a toda velocidad, es extraño que Dylan no esté frente al televisor gritando como loco, o que en la cocina no esté Nancy preparando una cena deliciosa, o que papá no me cuestione a dónde voy. Pero todo esto tiene una enorme ventaja; puedo estar toda la noche junto a Edward sin ninguna preocupación. 

Al salir de casa me aseguro de cerrar bien la puerta, luego camino hasta la acera y observo el auto de Edward. Sonrío y acomodo mi cabello para después caminar hasta dónde está aparcado. Tomo la manija y entro al auto, lo miro esperando que me regale esa sonrisa encantadora que lo caracteriza, pero ya han pasado algunos segundos y su mirada sigue puesta al frente. Sin decir nada, ni mirarme, pisa el acelerador, y todo el nerviosismo que se apagó al recibir su mensaje, ha regresado. Es más que evidente su molestia. Lo sé por su mandíbula tensa, por las venas marcadas de su frente y lo fuerte que sus manos sostienen el volante. 

Mi corazón comienza a latir tan fuerte que a pesar del ruido que genera el motor puedo escucharlo sin ningún esfuerzo. Miro por la ventanilla intentando reconocer el lugar a dónde vamos, pero es inútil, el camino es tan oscuro que el miedo se está apoderando de todo mi cuerpo. 

—¿A dónde vamos? —pregunto en un hilo de voz. 

—Vamos a un lugar dónde podamos estar cómodos —por fin me mira, hay una sonrisa en su rostro pero no parece genuina. 

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