Capitulo 26; Coche

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La música seguía resonando y las luces parpadeaban, pero ya no podía concentrarme. Después de lo que había pasado con Jayden y Brenda, necesitaba un momento para despejarme.

Me alejé un poco de la pista de baile, buscando un rincón tranquilo para pensar. Justo cuando estaba comenzando a relajarme, sentí una mano firme en mi brazo. Giré la cabeza y allí estaba él, con una expresión que no pude descifrar del todo.

—¿Adónde vas? —pregunté, intentando sonar casual mientras señalaba en dirección a la salida.

—Ven conmigo —fue todo lo que dijo, su tono autoritario pero sin ser brusco.

Me llevó fuera de la discoteca, sin decir una palabra más. Lo seguí, sintiendo una mezcla de curiosidad y algo de aprehensión. Cruzamos la calle hasta llegar a su coche.

Una vez dentro, cerró las puertas y encendió el motor sin siquiera mirarme. El ambiente dentro del coche era tenso, pero no desagradable. Jayden tenía esa habilidad de hacerme sentir segura incluso en los momentos más confusos.

Condujo en silencio hasta un descampado a las afueras de la ciudad. Apagó el coche y, sin previo aviso, echó el asiento hacia atrás. Me miró con una intensidad que casi me cortó la respiración. Antes de que pudiera decir algo, se inclinó sobre mí, sus manos encontrando mi cintura.

—Jayden, tengo la regla —dije, sintiendo que mi voz apenas era un susurro.

—¿Y quién te ha dicho que tengamos que follar? Además, ¿qué te hace creer que la sangre me da asco? —replicó con una sonrisa ladeada, que no ayudó en absoluto a calmar mis nervios.

—No es lo mismo verla que tocarla —intenté explicar, mi voz traicionando mi inseguridad.

—Para mí, sí lo es. Pero hoy no se trata de eso amor. Baja —me dijo, indicando con un movimiento de cabeza hacia el suelo del coche.

Me quedé quieta por un segundo, confundida. —Nunca lo he... —comencé a decir, pero él me interrumpió con un suave toque en el rostro.

—No te preocupes. Confía en mí —susurró, su tono más suave de lo que jamás le había oído.

Asentí lentamente, más por el magnetismo de su presencia que por convicción. Me arrodillé sobre la alfombrilla del coche, sintiendo el cosquilleo del frío metal bajo mis rodillas.

Jayden se echó el pelo hacia atrás, sus ojos fijos en mí mientras desabrochaba los botones de su pantalón. La situación era nueva para mí, y mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

Sentí su mano en mi cabeza, firme pero no forzada, guiándome. La proximidad y el calor de su cuerpo eran abrumadores. Jayden parecía controlarlo todo, incluso el ritmo de mi respiración. Me miró, esperando que yo tomara la iniciativa, pero sin decir una palabra más. Había algo increíblemente íntimo y casi vulnerable en el silencio que compartimos en ese momento.

—Daphne —murmuró, su voz grave y llena de deseo—, no nacemos haciéndolo todo perfecto, no te preocupes.

Su declaración me tranquilizó, con una mezcla de nervios y determinación, me incliné hacia adelante.

La experiencia fue un torbellino de sensaciones, tanto físicas como emocionales. Sentí que estaba cruzando una línea que nunca había imaginado, pero al mismo tiempo, había algo liberador en eso.

Jayden fue cuidadoso y respetuoso, guiándome con palabras suaves y caricias tranquilizadoras. No hubo prisas ni presiones, solo el momento, crudo y real.

Con mi mano ayudándome chupe la punta haciendo círculos con la lengua y comencé a bajar hasta que mi garganta llegó a el tope, era muy grande y eso entero por supuesto no me iba a caber.

Pude escucharle soltar algún gruñido e incluso a veces sentía presión sobre mi cabeza. Me atraganté y salí tosiendo. Me hecho el pelo hacia atrás acariciando mi mejilla, continué hasta que finalizó.

Me ayudo a levantar sentandome sobre el. Bajo el tirante de mi vestido besando el cuello con delicadeza y bajando más abajo hasta el pecho.

—No dejes marcas que mi madre me mata —dije agarrándole de los cachetes para que dejara de absorber mi piel —

—Tarde —dijo esbozando una sonrisa que se pegó contra mis labios —

7 Pecados Capitales Donde viven las historias. Descúbrelo ahora