Jayden me miró con una mezcla de incredulidad y frustración. —No me pidas que me quede quieto mientras te pones en peligro, Daphne. Esto no es un juego. —Hizo una pausa, respirando hondo—.
—¿Qué más te da? Es a mí a quien me repercute, no a ti —dije, cruzando los brazos frente a mí.
—Me encantaría que lo que te repercute a ti no me afectara a mí, pero no es así —replicó con firmeza.
—Oye, sé mantenerme callada, no voy a decir nada —insistí, tratando de suavizar la tensión.
Jayden negó con la cabeza, una expresión de cansancio en su rostro. —No es por eso, Daphne.
Fruncí el ceño, confusa. —¿Entonces?
Él desvió la mirada por un momento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. Finalmente, volvió a mirarme, con una expresión que no había visto antes, una mezcla de vulnerabilidad y sinceridad. —Porque me importas. ¿Qué, no te enteras?
La declaración me tomó por sorpresa. Sentí una mezcla de incredulidad y algo más profundo que no pude identificar de inmediato. Me crucé de brazos y le sonreí sarcásticamente. —Pensaba que no había sentimientos dentro de ese pecho lleno de tatuajes.
Jayden me miró con una intensidad que hizo que mi corazón latiera más rápido. —Hay más en mí de lo que ves, Daphne. Y aunque lo intentes, no puedes fingir que esto no significa nada.
Su confesión me dejó sin palabras. Siempre había asumido que Jayden era un hombre frío y calculador, alguien que no se permitía sentir nada más allá de la necesidad de control y poder. Pero ahora, con esa simple declaración, él había dejado claro que detrás de esa fachada dura había algo más, algo más humano. Y eso me asustaba, porque no sabía cómo encajaba eso en el complicado entramado en el que me encontraba.
—No es tan sencillo —murmuré finalmente, bajando la mirada.
Jayden suspiró, acercándose un paso más. — Te aseguro que menos lo es para mi.
Levanté la mirada, encontrando sus ojos fijos en los míos. Podía sentir el peso de sus palabras, la sinceridad en su tono. Pero también estaba el peligro, la complejidad de la situación que ambos estábamos atravesando. Sabía que involucrarse emocionalmente con Jayden solo complicaría más las cosas, pero al mismo tiempo, no podía negar la atracción y la conexión que sentía hacia él.
—No puedo... —empecé a decir, pero me interrumpió.
—No te estoy pidiendo nada, Daphne. Solo... solo sé honesta contigo misma. Y conmigo. —Su voz era suave, casi suplicante.
Nos quedamos en silencio por un momento, ambos lidiando con nuestras propias emociones.
—Para ni orgullo esto es casi humillante. Jamás e suplicado nada a nadie. Y yo te suplico a ti que no me veas como todo el mundo me ve
—¿Y como quieres que te vea Jayden si no te dejas ver? Llevo dos meses casi trabajando contigo. No he visto a nadie más que a una persona fría y violenta. Demuéstrame quien eres, y yo tal vez te demuestre lo que quiero.
Mi teléfono comenzó a sonar. Lo saqué rápidamente.
—Papá estoy con Berta. Ahora voy para casa no tardo nada —dije nada más contestar —
—No, no no es eso, no vengas a casa. Hay diez italianos rodeando la casa con armas. No puedo contactar con la policía no puedo hacer nada así que por favor quédate a dormir donde berta
—¿Que? ¿Y vosotros?
—Nosotros estamos bien, no estábamos en casa.
los hemos visto pasando en coche y nos hemos ido hacia un hotel. Quédate con Berta que además ya es tarde ¿vale? —asentí ——Mierda. Tus putos italianos están rodeando mi casa. —llame a Berta pero no respondió —
—Te llevo a mi casa y me ocupo yo de los italianos —negué con la cabeza — pues a un hotel. Elige.
—Tu casa. —subimos en el coche y condujo hasta su casa, me dio las llaves para que entrase y el se marchó sin esperar. Entre en el edificio y me metí en el ascensor con dos hombres más.
Pulse la última planta y esperé mirando el teléfono.
—¿Viene de alguna fiesta? —asentí con la cabeza — ¿Va a alojarse esta noche aquí? —volví a asentir con la cabeza y el ceño fruncido — nada es que como has pulsado el último botón, ahí solo vive Jayden, mando destruir el resto de casas en ese piso para hacerse una casa, igual te has equivocado.
—No, no me he equivocado. —la puerta se abrió — ¿Van a bajar o...
Uno de ellos bajo sacando las llaves el otro co ti yo subiendo.
—Estas muy guapa —volví la mirada a el teléfono — ¿Si quieres pasarte un rato antes por mi casa? A no ser que tengas novio claro yo no quiero molestar... —su móvil comenzó a sonar — un momento. Hola —de llevo el teléfono a la oreja sin mirar el nombre—
—Como no te bajes en tu piso y dejes a la chica subir te parto el cuello ¿Te ha quedado claro Raul? —me miró de reojo fruncí el ceño y luego caí en el micrófono —
—Podrías apagarlo ya ¿no crees? —dije —
La puerta se abrió y el chico salió colgando a Jayden y cerrando la puerta. A el fin llegue a la un ti la planta abrí la puerta y un perro empezo a ladrar.
—Gracias por avisarme de sue hay un chucho que probablemente me muerda.