Estaba colocando las luces en el árbol de Navidad cuando mi teléfono comenzó a sonar. Lo cogí con una mano mientras con la otra intentaba equilibrar una caja de adornos que estaba a punto de caer.
Miré la pantalla: era Jayden. Justo en ese momento, mi madre apareció en la puerta de la cocina, observando con desaprobación mi intento de decorar.
—¿Para qué pones el árbol? Es horrible —dijo, arrugando la nariz—. Sabes que nunca hemos celebrado la Navidad.
Suspiré, acostumbrada a su actitud poco festiva. —Ya, pero que tú no la celebres no significa que yo tampoco pueda —respondí, llevándome el móvil a la oreja mientras colocaba un adorno de estrella en una rama baja.
—¿No celebráis la Navidad? —preguntó Jayden al otro lado de la línea, su tono ligeramente burlón—. Y pensaba que los aburridos éramos nosotros.
Sonreí, aunque él no podía verme. —Mis padres no la celebran, pero para mí es la mejor época del año. —Sentí una pequeña punzada de tristeza por no poder disfrutar plenamente de la festividad en casa—. ¿Por qué lo preguntas?
—Porque quería cenar contigo por Navidad. ¿Puedes venir a mi casa?
La invitación me sorprendió y me alegró al mismo tiempo. Miré hacia la cocina, donde mi madre estaba trajinando con unos platos, claramente ignorando la decoración navideña. —Sí, creo que sí. Ahora le pregunto a mi madre —dije, cubriendo el micrófono del teléfono con la mano—. Mamá, ¿puedo ir a cenar con un amigo a su casa hoy?
—Para celebrar esa mierda, no —respondió sin mirarme siquiera.
Rodé los ojos, frustrada. —No, no es para celebrar Navidad —mentí—. Solo para cenar y ver una peli.
—Bueno, ya veremos —contestó finalmente, con un tono que dejaba abierta la posibilidad pero sin compromiso.
—Así que, si no me deja, me escapo, no te preocupes —le susurré a Jayden, intentando no reír.
— Te recojo a las ocho.
Colgué y me quedé unos momentos mirando el árbol medio decorado, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. Volver a hablar con Jayden después de lo ocurrido en el coche era emocionante, y la idea de pasar una noche de Navidad con él, aunque fuera en una cena simple, me llenaba de ilusión. Pero también sabía que tendría que sortear a mi madre, y eso siempre era un desafío.
Decidí terminar de decorar el árbol antes de enfrentarme a la siguiente fase del plan. Berta era mi coartada perfecta; si algo salía mal, siempre podía contar con ella para cubrirme. Después de colocar las últimas luces, fui a mi habitación y le envié un mensaje:
*"¿Puedes cubrirme si mi madre llama? Le dije que voy a cenar con un amigo y ver una peli, pero sabes cómo es..."*
Berta respondió casi al instante: *"¡Claro! ¡Disfruta y manténme informada! Me muero por saber cómo va todo con tu jefe sexy."*
Reí ante su respuesta, pero una parte de mí estaba nerviosa. Mientras tanto, necesitaba idear una forma de salir de casa sin levantar sospechas. Pero primero, tenía que convencer a mi madre de que no era una amenaza para nuestra paz familiar.
Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina, dispuesta a tener la conversación que tanto temía. Mi madre estaba cortando verduras, aparentemente ajena a la decoración navideña que había desplegado por toda la sala. Me armé de valor y me acerqué.
—Mamá, lo de la cena con mi amigo... ¿está bien si voy? Solo es una cena tranquila, nada de celebraciones navideñas ni cosas así. Te prometo que volveré temprano.
Ella se detuvo un momento, mirándome con esos ojos que siempre parecían ver a través de mí. Finalmente, asintió. —Está bien. Pero si veo que llegas tarde o que te han metido ideas raras en la cabeza, te quedas sin salir hasta el año que viene
—Gracias, mamá —respondí, sorprendida por su acceso. — Aunque mientras me dejes salir en año nuevo...
Subí de nuevo a mi cuarto, aliviada y emocionada. Cogí un vestido largo blanco sin asas doblado por la parte del pecho. Metí varias cosas en el bolso y baje rápidamente.
—Adiós mamá.
No recibí un adiós por su parte aunque no era algo muy raro. Salí de casa y el Ferrari humilde de Jayden estaba en frente de la puerta. Monte a el otro lado y cuando fui a ponerme el cinto vi a mi madre cotilleando por la ventana.
—Tengo buenas y malas noticias. Las buenas son que celebraras navidad, la mala que mi madre ha celebrado la cena en mi casa sin avisar así que si prefieres podemos ir a un restaurante.
—No te preocupes, las navidades son para celebrarlas en familia así que disfruta de algo que me hubiese encantado.
—¿Seguro? —asentí con la cabeza y una sonrisa, me dio un beso en la mejilla y fue hacia casa —