Misa se quitó los zapatos en el camino y usando todas sus energías restantes se quitó lo más de ropa que pudo y luego se dejó caer en la cama Queen Size de su habitación de hotel. Estaba tan agotada, que ni siquiera se quería tomar el tiempo de desmaquillarse.
Sus último llamado en locación se había extendido más de lo planeado y ella había perdido el ritmo de trabajo desde que había participado en los comerciales de Yotsuba, muchos meses atrás. Pero a pesar del cansancio que involucraba tener una hora de entrada pero no de salida, se sentía satisfecha con su trabajo hasta ese momento.
Definitivamente estar frente a las cámaras era lo suyo y se esforzaría el triple para poder abrirse nuevamente paso por el mundo tan frívolo y machista del espectáculo.
Misa sonrió al recordar cómo por la tarde había oído malos comentarios sobre ella entre el personal de producción, pero contrario a lo que pensó, no le habían dolido. No al menos como apenas una semana atrás lo hubieran hecho.
Que si no se retiró para cuidar de su familia, que si no se casó con un japonés, que si no mantuvo la figura, que si era una mala imagen para las nuevas generaciones...
Todo eso parecía resbalarse por su piel como gotas de agua por el vidrio. Recordó las palabras ante sus inquietudes que Ryuzaki le dijo justo antes de partir.
"Ustedes los japoneses tienen costumbres muy interesantes y otras obsoletas. Retirarte tan joven para convertirte en madre y ama de casa te rebajaría a menos que un producto desechable. Las personas te verán mal por no hacer lo que ellos esperan que hagas y lo sabes, será inevitable. Así que debes convertir toda esa mala publicidad en oportunidades y esas oportunidades en dinero. Sólo cuando vean que no eres una inútil incapaz de ser idol, madre y esposa al mismo tiempo, los callarás."
Y eso haría. Tomaría las oportunidades una a una y mostraría que la maternidad no era una discapacidad o una enfermedad que le impidiera hacer lo que quería. Estar frente a las cámaras se lo había hecho saber.
Pero por ese momento se concentraría en disfrutar de la silenciosa noche y la enorme cama que tenía, por primera vez en meses, para ella sola.
Así que con ese pensamiento en mente, Misa comenzó a quedarse dormida tan rápido como podía procesar su agenda del día siguiente. No obstante cuando lo estaba logrando, el tono de un nuevo mensaje la hizo abrir los ojos con molestia.
-Juro que si es alguien de la producción, voy a sacarles los ojos...
Tomó de mala gana el teléfono y su vista borrosa por el sueño se aclaró inmediatamente cuando leyó el remitente: "R.L"
"Sé que es tarde, pero te deseo buena noche. Ten un día productivo mañana."
Al otro lado de la línea, L giraba el celular ansiosamente entre sus dedos, como si se sintiera ridículo por haber mandado el mensaje y quisiera regresar el tiempo para impedirlo. No era su estilo y se había prometido no hacer nada para incentivarla a volver antes de terminar sus pendientes. Pero un mensaje no iba a afectar en nada. Así que tras echar un último vistazo a su cama ahora ocupada por su descendencia y pensando que Misa no respondería hasta que despertara, dejó el teléfono sobre el buró y se encaminó hacia la puerta.
La notificación de mensaje de texto lo sorprendió en esa ocasión a él, quien se volvió para tomar el aparato más rápido de lo que había esperado.
"Mi amor, muchas gracias! cómo ha estado todo por allá? Misa no ha podido hablarte porque ha estado muy ocupada! Pero todo el tiempo piensa en ustedes"
