Golpe

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Tomorrow

Misa se quitó los lentes de sol y la peluca que llevaba puestos al salir del hotel y se estiró al tiempo en que respiraba profundamente. Ver el jardín y la casa principal le renovó el alma. Ese era su hogar, suyo y de Ryuzaki y estaba más que claro que nunca debió irse en primer lugar.

Se despojó de sus zapatos, quería sentir la frescura del pasto mojado metiéndose entre sus dedos mientras vigilaba que los dos hombres de la casa se encargaran de acomodar a los mellizos en una carreola doble.

-Se siente bien estar de vuelta, verdad, ¿suegro Watari?

-Bienvenida de nuevo, señora Misa

-¡Muchas gracias! Extrañaba mucho mi casa

-Espero nunca vuelva a dejarnos. Ryuzaki se pone de muy mal humor cuando se siente solo y culpable

Misa miró a L de forma burlona, su sonrisa transmitía un sólo mensaje: "sabía que me necesitabas".

-Estás hablando de más, Watari- interrumpió L. Hizo una nota mental de después hablar con él seriamente y disculparse por sus groserías

-Mis disculpas. Llevaré a los mellizos a su cama y me recostaré un momento.

-Lo acompaño

-Misa, espera

L frenó los pasos de la chica tomándola de ambos hombros y atrayéndola a él con nerviosismo. Luego, sus manos bajaron lenta y temblorosamente en una caricia hasta que encontrarse con las de ella. Misa miró sus manos entrelazadas. ¿Cuándo había sido la última vez que él la tomaba de la mano con esa calidez y cuidado suplicantes? ¿Unos meses atrás? ¿Un año? ¿Nunca?

-Ven conmigo

La menor se sonrojó mientras caminaba con él hacia la parte trasera de la casa. Esa sensación tan tibia, suave e inocente la hacía sentir protegida, si es que eso tenía sentido.

Su corazón estallaría, sentía que era la protagonista de un drama romántico y que ese momento era el previo a algo aún mejor. Pero esa era la vida real, así que si esa acción se repetía o no, quería que se quedara en su memoria por mucho tiempo y que ese momento no acabara pronto.

Sin embargo, terminó. Habían llegado a un extremo del jardín donde L la invitó a sentarse en un sillón-columpio de tres plazas color cereza que combinaría perfecto en un futuro con los rosales que Watari había comenzado a cuidar.

-¿Para qué me trajiste aquí?

Su pregunta, más que curiosa sonaba triste. L había soltado su mano apenas segundos antes y ya sentía la necesidad de sostenerla de nuevo y llenar ese vacío inmediato que se había producido.

-Aquí podremos estar sin interrupciones. -comenzó, adoptando su extraña posición de siempre sobre el columpio- Creo que debemos hablar de lo que pasó, pero sin peleas.

-Ya veo... ¿no podemos olvidar todo y ya?

-No

Ryuzaki entonces se estiró hacia un pequeño carro de dulces que Watari había preparado a un lado del columpio y tomó un plato con macarones de colores mixtos.

-¿Quieres?

-¿Dulces? No gracias. Ya estoy demasiado subida de peso como para seguir comiendo cosas que engorden

Tomorrow / LxMisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora