La luz se desvanece en la lluvia

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Izuku esperó en una cafetería cercana hasta que Endeavor envió a una de sus asistentes con la copia de los documentos. Shigaraki había accedido. Estaba hecho. El hotel estaba a salvo, y con eso una gran parte del patrimonio de Kacchan también lo estaba. Mientras tanto, la tormenta caía sobre la ciudad con la misma fuerza con la que su mundo se desmoronaba. Izuku podía escuchar las conversaciones tranquilas de las personas a su alrededor, el aroma del café y las risas suaves de algunos estudiantes que charlaban despreocupados. El mundo continuaba, aunque para él se hubiera detenido.

Iba a perder a Kacchan. Lo perdería para siempre. Y no podía contener las lágrimas, incluso cuando algunos clientes no dejaban de mirarlo. Se sentía tan impotente. El recuerdo de los brazos de Kacchan envolviéndolo aquella noche era como abrirse la piel con una navaja. Él lo había apartado, cegado por sus propias inseguridades. Y ahora se daba cuenta de que jamás volvería a sentir el calor de sus brazos. Jamás volvería a refugiarse en ellos.

Una parte de él le rogaba que fuera egoísta, que le dijera a Kacchan la verdad, pero sabía exactamente lo que ocurriría. Kacchan preferiría perder el hotel, antes que permitir que siguiera casado con Shouto. Ni siquiera lo iba a escuchar. Kacchan jamás lo dejaría mantener su acuerdo con Endeavor. Si le decía la verdad, Izuku estaba seguro de cuál sería su elección. Y por eso, no podía hacerlo.

¿Cómo podría dejar que Kacchan perdiera todo por lo que había trabajado? Ahora que Endeavor sabía que eran amantes, nunca se detendría, no cuando pensaba que Kacchan era la razón por la que había dejado a Shouto. Incluso si Kacchan decidiera perder el hotel, Endeavor no dejaría las cosas así; encontraría una forma de vengarse. Izuku había visto el rencor en sus ojos. Contaba con el poder y los recursos para hacerlo. Nunca les permitiría estar juntos. Su relación le había puesto una diana en la espalda a Kacchan. Por eso tenía que protegerlo, y la única forma para conseguirlo, era alejarlo de su lado. Izuku intentó respirar. La garganta le quemaba, y el sonido de la lluvia era lo único que lo mantenía anclado a tierra. Sus puños estaban cerrados sobre la mesa, y su cuerpo no paraba de temblar. Amaba a Kacchan con cada célula de su cuerpo, con cada átomo. Romperle el corazón lo mataría. Los mataría a ambos. Pero era la única manera. Debía dejarlo ir. No había otra forma en que Kacchan estuviera a salvo.

Su teléfono vibró en su bolsillo; Izuku lo tomó, y la bilis subió por su garganta al darse cuenta de que era un mensaje de Endeavor.

“Imagino que no es necesario decirte que debes volver al departamento con Shouto. La prensa tendrá los ojos puestos en ambos. Espero que te comportes. No quieres saber qué sucederá si no lo haces”.

Así que Endeavor sabía que ya no vivían juntos. Izuku golpeó la mesa lleno de frustración, y un par de clientes se sobresaltaron y voltearon a verlo. No podía quedarse ahí. Izuku salió de la cafetería y dejó que la lluvia lo empapara. Las calles estaban vacías, y el sol empezaba a descender sobre la ciudad. El agua se filtraba a través de su ropa, tenía la piel helada. Al menos la lluvia lograba ocultar las lágrimas que corrían por su rostro.

Izuku sacó los anillos de su bolsillo y sus labios temblaron al darse cuenta de que nunca podría entregárselos al hombre que amaba. La realidad lo golpeó con la misma fuerza que la tormenta. No volvería a despertarse con los besos de Kacchan, ni sentiría de nuevo la calidez de su cuerpo sobre el suyo. Nunca más dormirían abrazados. Kacchan ya no iba a acariciar su cabello como en esas tardes en que ninguno de los dos deseaba salir de la cama, demasiado perdidos por obtener suficiente del otro. Ya no sería la razón de sus sonrisas suaves, ni de sus ojos que brillaban llenos de adoración al verlo.

Iba a perderlo todo.

Perdido en su desesperación, Izuku caminó sin un rumbo fijo por las calles, tenía que ir y hablar con Kacchan, pero no conseguía el valor suficiente para hacerlo. Después de todo, ¿cómo te separas de lo que te mantiene vivo? ¿Cómo renuncias a la otra mitad de tu alma? Izuku no sabía la respuesta. Ahora que recordaba quién era Kacchan, todo le parecía mucho más vívido, y como una herida expuesta, podía ver su sangre, sus huesos. Había recordado a Kacchan solo para tener que dejarlo ir una vez más. Era tan injusto, que quería arrancarse la piel a pedazos.

Dulce Tentación [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora