El peso de nuestro pasado

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Izuku abrió la puerta de su departamento, y apenas cruzó el umbral, el corazón se le atravesó en la garganta. Shouto estaba allí, sentado en el piso de madera. Izuku dejó de respirar por unos segundos, quizás tenía alguna especie de alucinación producto del pánico, pero la mirada sombría de su esposo le dejó en claro que esto era muy real.

—Te estaba esperando —dijo Shouto, su voz salió tranquila. Izuku no se dejó engañar, lo conocía lo suficiente como para ver las grietas a través de su máscara de indiferencia.

—¿Qué haces aquí?

Shouto se puso de pie, estaba descalzo y parecía que llevaba un buen tiempo sin dormir; tenía el contorno de los ojos oscurecido y su cabello era un completo desastre. Izuku jamás lo había visto de esa manera. Olía a alcohol, y había algo oscuro y frío en su mirada que provocó que Izuku sintiera la necesidad de retroceder.

El recuerdo del hospital llenó su mente. Necesitaba poner distancia entre ellos, Izuku no confiaba en Shouto, no después de esa noche.

—Tenemos que hablar —dijo.

Izuku sujetó el pomo de la puerta. Todo su cuerpo parecía una línea de alta tensión, sus instintos le decían que saliera de allí, que corriera, pero su cuerpo no parecía responder.

—No hay nada de que hablar.

Shouto no pareció impresionado.

—¿Eso es lo que crees? —respondió con dureza. Izuku no tuvo tiempo de reaccionar, su esposo caminó hacia él, y lo sujetó del cuello de la camisa para echarlo a un lado. Luego se volvió hacia la puerta del departamento y la cerró de un golpe.

El cuerpo de Izuku empezó a temblar, por primera vez en todo el tiempo que llevaba junto a Shouto, le tuvo miedo. Su corazón no dejaba de latir como loco. ¿Le haría algo? ¿Tendría que defenderse?

Izuku miró a su alrededor; fue entonces que se dio cuenta que el departamento era un completo caos, las cajas en las que había guardado sus álbumes estaban esparcidas por el suelo, había fotos por todas partes, la mayoría de sus días en la universidad. ¿Qué pretendía Shouto con todo esto?

Shouto caminó hacia la barra de la cocina y se sirvió un vaso de whisky. La botella estaba medio vacía, lo cual no tenía mucho sentido. Shouto no solía beber. Izuku lo sabía. Eso solo provocó que la ansiedad le apretara el estómago. No quería tener que lidiar con él, no de esa manera.

—No importa las veces que tenga que recordártelo, seguimos casados, Izuku, ¿o la polla de Bakugou es tan buena que lo olvidaste por completo?

Izuku palideció. Shouto atravesó la sala con el vaso en la mano, parecía un animal herido a punto de desgarrar su cuello. También estaba ese olor a humedad que se metía en sus pulmones, y lo hacía sentir todavía más incómodo.

—¿Qué es lo que quieres, Shouto? —dijo Izuku con cuidado.

—Hablar.

—Ya te dije que…

—¿Sabes, Izuku? —Lo interrumpió—. Siempre supe que eras un ingenuo, demasiado amable para tu propio bien, demasiado honesto, con esa excesiva fe en las personas, y siempre con ese imbécil sueño de ser un héroe para todos, ¿pero sabes lo que nunca te consideré? Un estúpido.

Izuku sintió una horrible descarga de rabia. No iba a permitir que Shouto le volviera a hablar de esa manera, había pasado el último año aguantando cada una de sus palabras crueles. Ya no lo haría más.

—No tengo por qué escuchar esto.

La mandíbula de Shouto se apretó. Izuku trató de mantenerse firme, y respirar.

Dulce Tentación [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora