Dulce casualidad

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Midoriya creyó que con la llegada de su esposo las cosas comenzarían a mejorar, pero era evidente que se había equivocado. No importaba si Shouto llenaba el otro lado de la cama, la habitación se seguía sintiendo fría y el vacío que se expandía en su pecho solo se volvía cada vez más grande.

Cuando Izuku despertó esa mañana ya se encontraba solo. Todoroki se había ido y ni siquiera se había molestado en despertarlo. Midoriya fue por algo de café y trató de no pensar en el hecho de que su esposo se había marchado. Quizás debería aprovechar la oportunidad y deshacerse de una vez por todas de la única evidencia de su infidelidad. Había estado intentando quemar la dichosa tarjeta, pero cada vez que aquel rectángulo estaba a punto de tocar al fuego de su encendedor algo lo hacía retroceder, entonces volvía a esconderla en uno de los sacos que guardaba en el fondo de su clóset y trataba de convencerse de que su falta de decisión no significaba nada.

¡Era tan molesto! Él no iba a volver a ver a ese sujeto y aun así, aun así él quería… ¡No!

Fue hasta la habitación y rebuscó en su closet con toda la convicción de que esta vez sí haría lo correcto. Iba a quemarla. Tomó el encendedor y lo sostuvo a punto de tocar el grueso couché, sus manos temblaban y estaba tratando de no fijarse en las letras rotuladas, ni en el hecho de que quizás estaba terriblemente asustado, porque en el fondo no quería hacerlo, muy en el fondo pasar la noche con ese hombre se había sentido maravilloso, el ser deseado, pero no solo había sido por el sexo increíble, había algo más, se había sentido seguro y protegido de una manera que iba en contra de toda lógica, no lo conocía y aun así, Dios, aun así sentía que todo estaría bien mientras se mantuviera entre sus brazos.

Estaba siendo tan estúpido, lo sabía, seguramente todo debía ser un producto de su soledad, se sentía tan solo que cualquier mínima muestra de afecto lo hacía caer como un cachorro necesitado. Limpió sus pómulos con las manos, el encendedor quedó en su bolsillo y la tarjeta fue de vuelta al saco en el fondo de su closet una vez más.

***

Cuando Midoriya llegó a la oficina se sorprendió de que Todoroki lo estaba esperando, su esposo estaba sentado en su escritorio con un gesto neutral.

Izuku carraspeó.

—Buenos días —dijo mientras dejaba su maletín a un lado. Todoroki no respondió el saludo e Izuku exhaló—. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? —Dios mío, esto no parecía una conversación de dos personas que estaban casadas.

«Mírame, ¿acaso no te importa como me haces sentir? ¿Ya no me amas?»

—Tuve que salir a una reunión temprano en la mañana, fue por eso que no te esperé. —dijo Shouto.

Midoriya abrió sus ojos. ¿Acaso Todoroki le estaba ofreciendo una explicación por su ausencia?

Sonrió con algo parecido a la calidez cosquilleando en su pecho.

—Oh, no te preocupes, lo entiendo totalmente, estás ocupado, siempre estás ocupado, después de todo eres el presidente de la firma. Sé que volviste hace apenas un par de días, pero quizás podríamos cenar, hay un restaurant nuevo, incluso, incluso tienen soba…

—De nuevo estás balbuceando, no lo hagas, es molesto —Todoroki lo reprendió, sus ojos fríos.

Izuku mordió sus labios con frustración y pasó una mano por detrás de su cuello.

—Lo lamento, aún no me doy cuenta cuando lo hago. —Hubo un silencio entre ambos. Izuku suspiró y sonrió débilmente tratando de retomar la conversación—. ¿Te parece si hoy…?

—No.

Midoriya lo miró sin entender.

—¿No?

—Tengo una reunión con los Tenya, Midoriya, sé que crees que como presidente puedo disponer de mi tiempo como se me dé la gana, pero no es así, tengo responsabilidades que atender, e incluso, los asuntos de mi vida personal no son más importantes que eso.

Dulce Tentación [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora