La cena

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Todoroki iba retrasado a la oficina. En diez años nunca antes había llegado tarde, pero para ser justos, tampoco en estos últimos diez años se había emborrachado hasta perder la conciencia. Todo a causa de Izuku. Encontrar la tarjeta del amante de su esposo entre los documentos de la oficina, fue el equivalente a recibir un puñetazo con la guardia baja (uno directo a su nariz). Una parte de él se resistía a aceptar el hecho de que Izuku estuviera con otro hombre. Izuku siempre había estado a su lado, fue su primer beso, su primer amor, y ahora todas esas primeras veces estaban manchadas con la presencia de un hombre que buscaba arrebatárselo.

Con ese pensamiento arañando una y otra vez su cabeza, pasó el resto del fin de semana preguntándose qué hacer. Su parte irracional deseaba con todas sus fuerzas confrontar a Izuku, exigirle explicaciones y descubrir de una vez por todas quién era el cabrón con el que su esposo se estaba acostando. Sin embargo, la parte racional que, para su suerte, todavía existía, le recordó que eso sería un esfuerzo inútil. No podía reclamar nada, simplemente porque no tenía el derecho de hacerlo. Pero eso no significaba que fuera a renunciar a su esposo o a la vida que llevaban juntos. Si el imbécil con el que Izuku se estaba revolcando creía que renunciaría a su matrimonio, pues entonces estaba muy equivocado.

Así que, mientras estacionaba el auto, supo que tenía que empezar a pelear. No más discusiones estúpidas con Izuku, no más metidas de pata como el fiasco de las flores. Quizás había cometido un gran error al acostarse con Inasa, pero aunque Izuku estuviera molesto, eso no cambiaba el hecho de que lo conocía desde los doce años. Sabía todo lo que necesitaba saber para recuperarlo: cada punto débil, cada pequeña grieta, lo que lo haría dudar, incluso lo que podría hacerlo reconsiderar de tirar su matrimonio a la basura. La única razón por la que no había recurrido a estas tácticas antes fue porque no las consideró necesarias. Pensó que solo era cuestión de tiempo antes de que Izuku volviera al departamento, porque, después de todo, Izuku lo amaba. Izuku no iba a renunciar a todos estos años juntos con tanta facilidad, o al menos, hace dos días, Todoroki estaba completamente seguro de ello. Ahora, bueno, ahora esa era una historia diferente.

Cuando llegó a la firma, se sintió tentado a buscar a Izuku de inmediato. Permaneció de pie frente a la placa metálica con el nombre de su esposo en la puerta, con una sensación desagradable escalando por todo su cuerpo. El hecho de que un desconocido pusiera sus manos sobre Izuku provocaba que la ira le quemara la garganta. ¡Izuku era suyo, maldita sea! Solo él podía tocarlo, solo él… Todoroki respiró hondo y trató de calmarse. «No tiene sentido hacer una escena», se recordó. Aflojó sus puños y renunció a la tentación de entrar a la oficina de Izuku, entonces se encaminó en línea recta a su oficina. Era lo mejor. Si quería recuperar a Izuku, tenía mucho trabajo por delante, y por suerte, sabía exactamente por dónde comenzar.

***

Después de su estancia en la cabaña, Izuku sentía como si flotara sobre una nube de azúcar. Tenía un cosquilleo en la base de su estómago y una cálida sensación en el pecho que no hacía más que crecer. Aceptar que se estaba enamorando era algo completamente nuevo y, sin duda, la sensación más maravillosa de todas.

Sabía que tenía una sonrisa atontada en el rostro cuando llegó a la oficina. A pesar de ello, le resultaba imposible dejar de sonreír, incluso su secretaria se rio al verlo con una expresión tan risueña. Aún sentía las mejillas calientes cuando se sirvió su taza de café. Estaba revisando algunos de los pendientes que, por obvias razones, no había podido atender durante el fin de semana.

Había una carpeta a la que le estaba prestando especial atención, una con el nombre de Bakugou Katsuki en la parte superior. Izuku comenzó a revisar el contrato de compra del hotel. Aunque aún quedaba algo de tiempo, quería adelantar todo lo posible, no podía permitirse ni un solo error. Había hecho sus investigaciones, y Shouto tenía razón: la familia Shigaraki tenía una pésima reputación en el ámbito comercial. Muchas de sus adquisiciones más importantes se basaban en cláusulas engañosas. Estaba consciente que debía tener especial cuidado, ya que la compra del hotel implicaba una exorbitante cantidad de dinero.

Dulce Tentación [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora