Un caótico despertar

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A la mañana siguiente Midoriya estaba lejos de querer abandonar la cama, su cuerpo se sentía pesado y tenía una ligera punción en su lumbar, ya se podía imaginar el porqué de eso. Se estiró y descubrió que la cama estaba vacía. No era ninguna sorpresa, era lo más natural del mundo, sexo casual y luego salir huyendo antes de que tu “conquista” de esa noche hiciera demasiadas preguntas.

—Buenos días. —Casi se cayó de culo cuando escuchó esa voz profunda, volteó con rapidez y allí estaba el rubio, tenía un cepillo de dientes en la mano y una toalla enrollada en la cintura.

Midoriya abrió sus ojos perdido en la exquisita visión de ese pecho, había tocado ese cuerpo toda la noche, pero ahora todo se sentía demasiada irreal, el rubio le dio una sonrisa confiada y Midoriya tragó grueso, cuando su mirada se perdió en las traviesas gotitas de agua que bajaban por su cuello, y corrían hacia esa espalda contorneada en gruesos músculos. Ese tipo de seguro era una especie de amante del fitness o algo así. Nadie que tuviera un empleo corriente en alguna oficina podría darse el lujo de mantener semejante estado físico.

—Bu-buenos días —respondió de vuelta cuando se dio cuenta de que se había quedado callado por demasiado tiempo. La sangre subía hacia sus pómulos y se enredó con la sábana mientras buscaba desesperadamente su ropa interior.

El rubio le dedicó una mirada divertida.

—Deberías darte una ducha —dijo para luego cepillarse los dientes.

Midoriya encontró su bóxer debajo de la cama y saltó en sus pantalones lo más rápido que pudo.

—Yo creo que lo mejor será que me vaya. —Tomó la camisa y la abrochó a duras penas, había perdido un par de botones.

¡Dios mío, qué desastre!

—Oye, ¿podrías relajarte por un momento? —El rubio alzó una ceja y lo miró con evidente molestia.

Midoriya no se atrevió a mirarlo, solo quería tomar sus cosas y salir tan rápido como se lo permitieron sus pies. Jamás había hecho esto; tener sexo con un extraño, era un área por completo desconocida, y eso para alguien que suele tener ocho planes de reserva para cualquier situación era simplemente catastrófico. Se sentía fuera de balance, todo lo contrario a ese rubio altanero que no se veía afectado en lo más mínimo. Cruzó el pasillo y estuvo a punto de girar el pomo de la puerta cuando sintió un jalón. Su corazón casi se sale de un brinco.

—¿Entonces eres de los que se escabullen? —dijo el cenizo mientras lo tomaba del brazo. Midoriya tragó un poco de saliva cuando sus rostros se acercaron tanto, era ridículo, pero la cercanía con ese sujeto lo hacía sentir tan nervioso que estaba seguro de que había comenzado a temblar.

—No, es que, bueno, yo… —balbuceó incapaz de armar una oración coherente.

El rubio sonrió.

—No parecías tan tímido anoche cuando me rogabas por mi verga —se burló.

Midoriya se puso de todos los colores, pero el desconocido lo jaló hacia el baño, sus manos firmes, quitando la ropa que hace apenas un momento se había logrado colocar.

—¿Q-qué haces? —balbuceó.

—Solo te doy un pequeño empujón, pareces un maldito desastre, no puedo permitir que salgas de aquí de esa manera —Midoriya chilló cuando las manos del desconocido lo despojaron de su bóxer dejándolo completamente desnudo.

El rubio sonrió con altivez y abrió la ducha para luego señalarle que entrara. Midoriya lo miró con desconfianza, pero se metió totalmente derrotado.

—¿Podrías darme un poco de privacidad? —pidió mientras sentía los oscuros ojos del contrario fijos en su cuerpo.

El cenizo lo ignoró.

Dulce Tentación [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora